LA MUERTE DE JOBS

Metro de Madrid. Línea 5. Dirección Alameda de Osuna.

- ¿Y tú tenías un i-pad no? ¿Qué le pasó?
- Nah, en cuanto me lo regalaron lo devolví. Sólo un gilipollas con mucha pasta puede comprarse semejante tontería. Otra chorrada más de Apple. Y van...
- Tú tuviste un i-pod.
- Sí. Pero era diferente. Cuando yo me compré mi i-pod nadie lo tenía. Fue en diciembre de 2003 y baste con decir que todavía no había i-tunes para PC. En su lugar daban un cedé para instalar el Musicmatch Jukebox. Incluso, te diré también que tuve que esperar hasta marzo para poder comprarme el USB que conectaba al cacharro con el ordenador. Si no fui el primero en comprármelo, fui el segundo.
- Jobar.
- Y te diré una cosa. Sabía que esto acabaría por pasarle a Steve Jobs. La gente se ha vuelto loca con los i-pods, los i-pads y demás mandangas. Tanto uso, tanto uso sólo podía acabar una manera: ¡matando a su creador!

Señalo a una chica sentada a mi lado con un i-pod Mini:

- ¿Ves? ¡Ella ha matado a Steve Jobs!- La chica se gira y me mira horrorizada pero no dice nada.

Apoyada contra el cristal de la puerta del metro, otra chavala escribiendo en un su i-phone.

- ¡Otra asesina! ¡Lo habéis matado! ¡Su muerte caerá sobre vuestras cabezas!

- Anda salgamos de aquí antes de que venga la poli- Me agarra del brazo y me tira literalmente fuera del tren. Paramos en Núñez de Balboa.

Andamos y yo sigo haciendo un poco de teatro, rollo postapocalíptico y tal. Giramos la esquina y hacemos cola para subir por las escaleras mecánicas.

- ¿Pero qué coño te ha dado con Steve Jobs? ¿Desde cuando eres su mayor fan?

- ¿Fan? ¿Yo? Steve Jobs era un gilipollas y está mejor muerto - le digo mientras un tío que estaba ojeando su i-pad se gira para mirarme despreciativamente.

Un beso.