ZAS EN TODA LA BOCA

En el curro hay un tío. Bueno, más bien un niño. Creo que tiene 22 o 23 años y es un imbécil. Al principio todo iba bien -simplemente era un plasta-, hasta que empezó a tomarse confianzas.

Y como pasa siempre, las confianzas son odiosas. Y como es un niñato, no sólo se toma demasiadas confianzas, sino que además se hace el gallito. Y entre una cosa y otra, he empezado a cogerle una tirria que no veas.

Si hay una clase de personas a las que fusilaría sin dudarlo es a la clase de gente que, después de decirle que no hable con la boca llena, te abre la boca para que veas toda la comida. O le dices que no te toque y lo primero que hace es tocarte. ¿Por qué lo hacen? Porque son subnormales, no encuentro otra explicación.

En fin a lo que iba. El niñato este se toma demasiadas confianzas y se hace el guay delante de todo el mundo. Hace comentarios jocosos y para hacerse el chulito, a veces toca la cara. Le he dicho que no lo volviese a hacer y ¿sabéis qué es lo que ha hecho después? Volver a hacerlo. Flipa.

Así que ayer, tomando un café se me acercó el retrasado este a hacer comentarios de fútbol. Mira que me caía bien el Atleti antes de conocer a este tío, pero desde que le conozco, sólo deseo que pierda y que baje a Segunda. Ganan un partido y se vuelve locos. Y como siempre el chaval vuelve a hacer muestras de chulería. Y como siempre acaba con "amenazas" y con tocarme la cara.

Ya sé que para este imbécil sólo es una bromita. Pero después de decirle un puto millón de veces que no vuelva a tocarme, creo que la única manera de que me haga caso es mediante contacto físico. Ya sabéis: la letra con sangre entra.

Así que cuando se daba la vuelta, con su vasito de café y sus pantalones en las rodillas, me he levantado le he dado la vuelta y le girado la cara con la mano abierta a lo Bud Spencer que el tío ha volado dos metros y se ha caído encima de una mesa donde había otras personas del curro. Varios vasos de café han volado y se ha puesto perdido el suelo de galletitas de mantequilla.

Se ha levantado y su cara la tenía roja como un tomate y con los ojos llenos de lágrimas. Me ha estado gritando que si estaba loco o no se qué y yo le he dicho que como me volviese a tocar, lo mataba. Esta vez, no me ha vuelto a tocar. Misión cumplida.

Un beso.