LA ARAVISPA

Ayer, en una de las tantas visitas a la nevera que hago a lo largo del día, me encontré un monstruo, una deformidad animal de proporciones gigantescas que trepaba por la puerta con ganas de conquistarla y tomarla a su antojo.

Era grande y verde con pequeños puntos amarillentos. Tenía alas pero no las usaba, al menos durante el enfrentamiento nos las usó ni unba vez. ¿Sería demasiado pesado para usarlas? ¿Estaba descansando? ¿Sería de decoración? Lo que sorprendían eran sus seis patas. Grandes y gordas. Cada movimiento era pesado y lento, pero firme. Una de las traseras acababa en un aguijón. Supongo que para paralizar a su víctima antes de devorarla.

Sorprendido y, vale, lo admito, asustado ante la presencia del señor de la oscuridad transformado en ente insectoide, no me quedaba más remedio que luchar contra él. Un mano a mano que decidiría, en el interior de mi cocina, quién ganaría, si la Luz o la Oscuridad. Una batalla que la mayoría de gente desconocería, pero que sería vital para la supervivencia del universo tal y como lo conocemos.

En cuanto mi mente se recuperó de la impresión, me decidí a destruirlo. Fue un combate corto pero épico en el que el bicho intentó huir, pero no le dejé. No podía dejar que esa bestia infecta del averno aterrorizase a más gente.

De momento seguimos aquí, pero este 2012 se llenará de combates épicos para ver si se acaba o no el mundo en el que vivimos.

Un beso.