Suelo hacer la compra el viernes. A veces hago una primera compra el miércoles y la segunda el viernes, porque tengo toda la tarde libre y me lo tomo con calma. Podría hacerla por internet, como mucha gente, pero qué queréis que os diga, me gusta ver lo que compro.
Ya fui el miércoles, así que hoy solo he ido a hacer unas pocas compras. Básicamente, carnicería, charcutería y bebercio. Y precisamente allí, en la cola de la carnicería, estaba ella.
Ella era latina, ni alta ni baja, ni gorda ni baja. O puede que sí, porque en lo único que me pude fijar al principio era en su pelo: rubio (creo que teñido) con tirabuzones bastante escandalosos, como si quisiera parecerse a Shirley Temple. Vestía una minifalda con medias y una chaquetita azul. No era guapa. No creo que nadie objetivamente pudiese decir que lo fuese pero tenía un je ne sais quoi. Daba morbo.Ella iba provocando con su mirada y sus gestos y muchas veces eso es suficiente.
Nos miramos un par de veces más: cuando ella recogió sus compras y cuando estaba a punto de girar por el pasillo para irse a las cajas. Entonces el carnicero me preguntó qué quería y yo tuve que elegir si quedarme y cenar unas hamburguesas con queso o a ella. Un segundo después, salía de allí cagando hostias.
No tardé nada en atraparla, porque ella acababa de salir del supermercado. Me puse a su lado y le dije que tenía un pelo muy bonito. Ella respondió gracias. Le pregunté si quería ir a tomar alguna cosa a un bar que hay por ahí cerca y me dijo que primero tenía que dejar las compras en casa. Le cogí la bolsa de la compra y le dije que la acompañaría hasta su casa. Ella me sonrió coquetamente.
Le pregunté cómo se llamaba y a qué se dedicaba y enseguida llegamos a su portal. Qué raro que no la hubiese visto por el barrio antes. Abrió la puerta y ni siquiera hizo un amago de coger las bolsas o preguntarme si quería tomar un café. Simplemente abrió la puerta y me dejó pasar.
Subimos a su casa en ascensor y le ayudo a desempaquetar sus compras mientras ella las mete en la nevera. Me dice que ella no se acostaba con cualquier y que no era una zorra. Yo le respondí que no era necesario que me explicara nada más, que no iba a juzgarla.
Entonces, cuando acabó de colocar las cosas en su nevera se hizo la dura. Me dio las gracias y me apartó la mano de un empujón cuando intenté tocarla. Yo ya me conozco ese juego, así que decidí jugarlo también: le agarré la nalga derecha con fuerza, tanto que ella se tuvo que poner de puntillas y le dije al oído que yo sabía lo que ella quería. Eso debió gustarle, porque lanzó un gemido y un "ay, papito" y me besó. Y de ahí a todo lo demás.
Una buena noche al final. Y acabé de lo de "papito" hasta los cojones. Y nunca mejor dicho.
Y ahora a dormir, que mañana hay que estar despejado para disfrutar del derby.
Un beso.
Escrito por Jake|16 de Abril 2011 a las 03:02 AM|No sé no sé, lo de "papito" tira un poco para atrás :P
El Replicante es Inagotable|20 de Abril 2011 a las 09:45 AMA mi me gusta, hasta cierto punto.
El Replicante es Jake|20 de Abril 2011 a las 11:59 AM