De repente, se le apareció a Pepito un genio mágico. No se parecia al bicho azulado de los dibujos animados. Ni siquiera se parecía al calvo sonriente que parecía haber salido de una película porno gay que anunciaba botellas de detergente concentrado. Éste genio era... tenía un ligero parecido... ¡era clavadito a Constantino Romero!
El genio le dijo que cumpliría cualquier sueño que quisiera. Lo que él deseara. Con ese vozarrón, daba la impresión que lo que decía era totalmente en serio. Así que Pepito pensó, pensó y pensó y al final se le ocurrió un deseo: quería que todos sus deseos se cumplieran.
El genio tuvo que comprobar las leyes geniales para ver que no hubiese ningún problema, porque en teoría la gente deseaba una cosa y con eso se conformaban, pero ésto era diferente. Después de hojear varios volúmenes, el genio dijo que no parecía haber problema. Así que chasqueó los dedos y unos polvitos dorados cayeron alrededor de Pepito.
No era muy consciente de lo que hacía, ni de lo que decía, pero cuando volvía a casa después del trabajo fue arrollado por una marabunta de personas que entraba y salía del metro. Harto de todo gritó: ¡ojalá os vayáis todos a la mierda!
Y así fue como el planeta Tierra se conviritó en un gran mojón.
Un beso.
Escrito por Jake| 7 de Marzo 2011 a las 03:15 AM|Juajuajuajuajuajua!!! Hya que pensar bien lo qeu se desea... o por lo menos lo que se dice, jajajajaja!!
Besos felinos.
Por lo que pueda pasar.
El Replicante es Jake| 7 de Marzo 2011 a las 09:47 PM