Merodean por el centro comercial durante horas, chicas adolescentes que venden sus cuerpos a cambio de vaqueros de diseño, teléfonos móviles Nokia e incluso un par de calcetines.
La joven directora de cine, Katarzyna Roslaniec, se fijo por primera vez hace tres años en un grupo de chicas que andaban por el centro comercial ataviadas con botas de látex hasta el muslo. Las siguió y se enrolló con ellas dándoles un cigarrillo. Durante los seis meses siguientes, las jovencitas le contaron cosas sobre su vida sexual, sobre los hombres a los que llamaban "patrocinadores", sobre su codicia por las marcas caras, sus padres ausentes, sus embarazos prematuros, sus sueños rotos.
El resultado ha sido la devastadora película "Galerianki" o chicas de los centros comerciales, que se estrenó en Polonia en otoño y ha provocado un debate nacional sobre la decadencia moral en este país conservador y de mayoría católica, 20 años después de la caída del comunismo.
Es difícil cuantificar cuántas chicas de estas características hay de verdad, ya que no se identifican como trabajadoras del sexo y llaman a sus clientes "novios" o "benefactores" para mantener la ilusión de que no son prostitutas.
Pero los trabajadores sociales polacos dicen que el fenómeno va en aumento, un efecto colateral del choque entre la cultura consumista occidental y la economía poscomunista de la Europa del Este.
La película cuenta la historia de cuatro adolescentes que venden sus cuerpos en los lavabos de los centros comerciales para mantener su adicción a la ropa. Ha alcanzado tal nivel de culto que los padres dicen que están confiscando los DVD de la película por miedo a que se convierta en un morboso manual de instrucciones.
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En centros comerciales de Polonia, adolescentes cambian sexo por artículos de marca.
time A las 13:12 del 15 Junio 2010 por Jopa author Etiquetas: Criticas, Denuncias, Historias, Sociedad
Merodean por el centro comercial durante horas, chicas adolescentes que venden sus cuerpos a cambio de vaqueros de diseño, teléfonos móviles Nokia e incluso un par de calcetines.
La joven directora de cine, Katarzyna Roslaniec, se fijo por primera vez hace tres años en un grupo de chicas que andaban por el centro comercial ataviadas con botas de látex hasta el muslo. Las siguió y se enrolló con ellas dándoles un cigarrillo. Durante los seis meses siguientes, las jovencitas le contaron cosas sobre su vida sexual, sobre los hombres a los que llamaban "patrocinadores", sobre su codicia por las marcas caras, sus padres ausentes, sus embarazos prematuros, sus sueños rotos.
El resultado ha sido la devastadora película "Galerianki" o chicas de los centros comerciales, que se estrenó en Polonia en otoño y ha provocado un debate nacional sobre la decadencia moral en este país conservador y de mayoría católica, 20 años después de la caída del comunismo.
Es difícil cuantificar cuántas chicas de estas características hay de verdad, ya que no se identifican como trabajadoras del sexo y llaman a sus clientes "novios" o "benefactores" para mantener la ilusión de que no son prostitutas.
Pero los trabajadores sociales polacos dicen que el fenómeno va en aumento, un efecto colateral del choque entre la cultura consumista occidental y la economía poscomunista de la Europa del Este.
La película cuenta la historia de cuatro adolescentes que venden sus cuerpos en los lavabos de los centros comerciales para mantener su adicción a la ropa. Ha alcanzado tal nivel de culto que los padres dicen que están confiscando los DVD de la película por miedo a que se convierta en un morboso manual de instrucciones.
La revelación de que las chicas católicas, algunas de familias de clase media se prostituyen por un pañuelo de Chanel o una cena cara de sushi ha llevado a muchas os en Varsovia a preguntarse si el materialismo no estará contaminando el alma de la nación.
En el Space, un club de baile favorito de las chicas de los centros comerciales, decenas de adolescentes vestidas con ropas negras muy ajustadas giraban al son del hip-hop polaco, acompañadas por hombres bastante mayores que ellas que les pagaban la consumición a un precio de 10 euros. "La vida es cara en Varsovia", dice Sylwia, una desempleada de 18 años que no quiso dar su apellido mientras acariciaba la pierna de un hombre de 31 años que acabada de conocer.
Roslaniec llama a las chicas de los centros comerciales "hijas del capitalismo". "Los padres se han perdido en la carrera por una lavadora o un coche nuevos y apenas paran por casa", dice. "Una chica de 14 años necesita un sistema de valores que no puede configurarse sin la guía de los padres. La consecuencia es que estas chicas viven en un mundo donde no hay cariño ni sentimientos, sólo frío cálculo".
Un beso.