TERROR ALADO

Duermo poco y mal, pero cuando lo hago me gusta dormir hasta que el cuerpo aguante. Apago el móvil, desconecto el teléfono fijo y hago cualquier cosa necesaria para que nadie me moleste en mis pocas horas de placer con Morfeo. No hay nada que me cabree más, que alguien me despierte en ése momento tan ansiado.

Pero a algún vecino lumbreras no se le ha ocurrido otra idea que poner un pajarraco en la ventana que da al patio interior. ¿Y sabéis qué más cosas dan al patio interior? Exacto, mi puta cama. Así que a las siete de la mañana, ya estoy despierto, por culpa de los cantos de ese monstruo alado. Ya que todavía tengo una hora-hora y media más de descanso, lo mínimo que quiero es que me lo dejen disfrutar.

Así que no me queda más remedio que acabar con mi archienemigo. Se me ha ocurrido recoger piedras del parque y una mañana tirárselas para que sucedan una de estas tres cosas:

1. Que abra la puerta de la jaula y el pájaro salga volando.
2. Que se caiga la jaula y que el pájaro, en el impacto, pase a mejor vida.
3. Darle directamente al pájaro y cargármelo.

Un día de estos, os cuento.

Un beso.