ROCES

Ayer a las nueve y media de la noche todavía estaba en el trabajo. No quedaba casi nadie ya. Sólo alguos pringados como yo, el segurata y las chicas del equipo de limpieza

Entre curro y curro, me fui al baño. Allí no había ni dios a excepción de una chica limpiando los lavabos y el espejo. Era una chica morena, muy bajita, gordita y no muy agraciada. Nos dimos las buenas tardes y pasé hacia el baño de los tíos. Para hacerlo teníamos que hacer un poco de espacio entre los dos, porque el pasillo no era suficientemente ancho. Así que yo tuve que pegarme a la pared y pasar de lado y ella meterse todo lo posible hacia el espejo. Aun así, hubo roce.

Mi paquete rozó su culo. Todo su culo, que era bastante grande, pero en el momento en el que mi polla estaba a la altura de su ano, nos miramos. Sólo fue un segundo, pero fue algo un poco avergonzante. Después de eso, salimos del apuro como pudimos. Ella se recompuso y yo me fui al baño de tíos.

Estaba entrando, con medio cuerpo dentro ya. Estaba a punto de cerrar la puerta y la chica limpiadora se giró de repente, como si tuviese algo importante que decirme y soltó:

- ¿Quieres que entre contigo?.

Yo me quedé mirándola durante unos segundos. O unas horas, no lo sé. Pero no sabía que responder. Hubo un momento en el que ella parecía que se daba por vencida y estaba a punto de girarse cuando le respondí. Y lo que pasó después, como suele decirse, es otra historia.

Un beso.