24 de Febrero 2009


VOYEUR DIVINO

Se pasó toda la tarde del sábado andando por calles llenas de tiendas de ropa. No es que le gustase ir a la última, no. Vestía un chándal de dos piezas viejo y sucio. Unas zapatillas blancas relucientes y una pequeña riñonera negra, atada a la cintura.

La idea de nuestro protagonista era mirar a chicas. Chicas jóvenes de dieciséis o diecisiete años bien vestidas. Le gustaba ver sus rutas. A qué tiendas iban y qué tomaban en sus ratos de compras. Lo que más le gustaba, era encontrarse con un grupo de chicas y ver lo que hacían. Era extraño, pero en grupo, las chicas eran diferentes.

Normalmente, el grupo de chicas acababa quedando con un grupo de chicos. Ése era el punto culminante. Ambos grupos se iban entonces a un portal o plaza, compraban alcohol y hacían cosas que ellos consideraban de mayores. Algunos se liaban entre ellos. Otros no dejaban de hacer el tonto. Y la mayoría acababan con un buen pedal.

A la hora de cenar, nuestro protagonista se volvía a casa. Volvía tocándose la polla todo el tiempo, porque después de sus jueguecitos de voyeur, se sentía excitado. Llegaba a casa y se iba al baño para hacerse una paja. Usaba loción para manos y papel higiénico.

Apenas cenaba y luego se sentaba delante del ordenador, el resto de la noche. No salía, porque se consideraba a sí mismo un observador de la sociedad y no quería entrometerse en ella. En realidad era un perdedor solitario que no tenía nada que hacer.

Se metió en el chat y se puso a hablar con una amiga. En realidad en su chat tenía un montón de amigas. El semi-desconocimiento del medio hacía que consiguiese sonsacarle información a las chicas sobre sus gustos más íntimos. Y eso le ponía. Joder, le ponía mucho.

Un día, poco antes de la medianoche, apareció una de esas amigas. Ella le contó que estaba con un tío en ese mismo momento, pero se estaban tomando un descanso de tanto follar. Inmediatamente, nuestro héroe se puso caliente y le preguntó sobre detalles íntimos, a los que ella aceptó a contar. Eran demasiado jugosos para ser verdad, pensó él. Y le dijo que si era verdad, se lo demostrase.

Ella accedió y conectó la cámara web. Al cabo de un rato, apareció ella en la pantalla, desnuda y saludando. Detrás de ella, había el cuerpo peludo de un hombre. Se veía una polla erecta por ahí. Él les insistió que no se cortaran y que follaran delante suyo. Era como el Paraíso, pensó. Ella sonrió al leer la petición descarada, miró a su compañero, le agarró la polla con la mano derecha y después de zarandearlo un poco se la puso en la boca y empezó a chuparla con intensidad.

Nuestro protagonista se quitó los pantalones y empezó a pajillearse, mientras su ciber-amiga follaban cada vez más fuerte. Y nuestro prota se ponía cada vez más caliente. Nunca se había puesto así. La polla estaba tan dura y roja, que parecía que iba a explotar. Los límites de la física parecían que iban a superar los de la sensación de cachondez que llevaba encima. En pocas palabras, tener polla le limitaba porque tenía que comprimir todo su líbido en un trozo de carne no demasiado grande.

La pareja estaba empezando a darse placer anal, cuando notó que algo pasaba en el glande. Una especie de luz blanquecina empezó a brillar dentro de su pene a medida que se sentía cada vez más caliente. Los gemidos de la chica, suaves y ronrroneantes, ayudaron a que la luz blanquecina acabase de salir de la polla y rodease toda la habitación.

Pasó mucho tiempo cuando la luz se disipó del cuarto. La pareja de la web cam se habían quedado mirando a ver si veían algo. Pero en la habitación no había nada ni nadie.

Bueno, sí que había alguien pero estaba más allá del tiempo y del espacio. Estaba ahí y en muchos sitios diferentes. Estaba en ese momento y en todos los que hubo y los que quedaban por llegar. La sensación de excitación que había sentido, había roto las barreras del tiempo y del espacio y habían sacado a nuestro protagonista de su cuerpo mortal para llevarlo a una dimensión diferente. A través de su polla dura se había convertido en energía. En esencia. Ahora era una sensación de bienestar que no acabaría nunca. Un orgasmo infinito.Se había convertido en un dios.

Un beso.

Escrito por Jake|24 de Febrero 2009 a las 10:35 AM|


Comentarios

¡Pero que cursi se puede poner usted cuando quiere!¡Ay!

El Replicante es apio|24 de Febrero 2009 a las 10:34 AM

Soy un romántico.

El Replicante es Jake|24 de Febrero 2009 a las 11:15 AM

Pensé que lo de la luz blanca que rodeaba la habitación era que habia manchado la cámara de lefa...

Creo que he perdido el sentido del romanticismo...

El Replicante es Tans|24 de Febrero 2009 a las 05:55 PM

Totalmente.

El Replicante es Jake|24 de Febrero 2009 a las 06:02 PM

Este post está aprobado por PedoBear jur jur jur.

El Replicante es Inagotable|24 de Febrero 2009 a las 07:32 PM

¿El Osito Pedófilo? ¡El amigo de los niños!

El Replicante es Jake|25 de Febrero 2009 a las 10:46 AM


¡Al ataque!










¿Debo recordarte?