TORERO MUERTO

Buah, vaya marcha que nos hemos metido. No sé por qué, siempre pasa que el día que menos ganas tienes de salir, es cuando mejor te lo pasas. Y creo que he bebido más de 40 cervezas hoy. El puto Alfonso que es un rayado, y ha empezado a pedir birras una tras otra. Y ha llegado un momento en el que casi vomito del exceso de cervezas. Y siempre quería más. Yo no sé cómo se lo hace, pero su futuro lo veo con cirrosis y un hígado de ternera cosido por fuera. Y creo.. y creo que tendré que expulsarlas fuera de mí.

Y me meto en un callejón para mear por ahí, como hace todo el mundo cuando veo pasar un coche de la policía. ¡Mierda!. Así que busco un bar, por todos lados. Le pregunto a una parejita a ver si saben de un pub o algo que esté abierto. Me indican dónde hay uno y subo al water que hay arriba en el bar, y cuando llego al baño, me confundo y meto en el de chicas. Y una de ellas grita de miedo y empiezo a mear y me hecho a reír, mientras la pija esa me grita que va a llamar al segurata y no sé qué más. Pringada. Y mientras la tía se marcha indignada sale de mí una agüita amarilla cálida y tibia.¡Uf! ¡Qué gusto!. Creo que una de las expresiones más acertadas en el mundo de los cómics es que cuando alguien está meando salga un quintal con alas.

Casi tres cuartos de hora después, salgo y cojo un taxi para volver a casa. Justo cuando subo al coche, veo una rata que sale corriendo y baja por una tubería, pero no le hago mucho caso. He visto cosas peores. Sobretodo lo que me va a costar el puto taxi de los cojones.

Pero el taxista es un pakistaní que no tiene ni idea de dónde coño está nada y le tengo que explicar todo. Incluso el taxi pasa por debajo de tu casa, y también pasa por debajo de tu familia, y entonces, con la borrachera que llevo encima se me ocurre una idea genial. Entonces me bajo del taxi justo cuando pasa por debajo de tu lugar de trabajo, y me voy a la puerta, saco a Carlitos y empiezo a llenarla de mi agüita amarilla. Siempre he odiado a ese gilipollas que está sobándote el culo todo el rato. Y en la próxima fiesta que le vea, le ofreceré una cervecita. ¡Pero no habrá birra dentro! ¿Adivináis qué habrá? mi agüita amarilla....

Por alguna extraña razón, mi cabeza empieza a imaginar que la rata que me he encontrado antes, está corriendo detrás de mi meado y llega a un río, y entonces antes de que tenga tiempo a reaccionar, se lo zampa una serpiente marina. Mientras, mi meado, que además se ha juntado con el pis de toda la ciudad acaba siendo recogida en grandes cubos. Y lo primero que hacen, es probarla a morro y después la bebe el pastor, y deciden que es suficientemente rica para que se la beban las vaquitas, y todo el mundo acaba muriendo por alguna extraña enfermedad orinal. La última escena del pastor, como el de una película de terror, es cayendo fulminado al suelo, mientras que el aspersor riega los campos con su propia sangre. Y todo gracias a mi agüita amarilla, mi agüita amarilla...

Mientras tanto, yo intento abrir la puerta de casa, pero se me ha olvidado las llaves, otra vez. Y claro, tú no estás porque estás a tomar por culo de aquí, follando con cualquier tía borracha. Así que agarro al Mohinder este y le digo que me lleve al puerto, que es donde estás tú. A ver si me das las llaves. Y el tío va y baja al mar, y se pone a hacer el imbécil en la arena. Y de repente se mete en el agua y juega con los pececillos. Así que entro yo también al mar, y para no ser menos me pongo a jugar con los calamares. Y entonces veo que mi meado se acerca también ha jugar con nosotros. Y juega con las medusas y entonces yo juego y con las merluzas que tu te comes. Y todo por culpa de mi agüita amarilla, mi agüita amarilla...

Por la mañana el sol calienta y lo primero que hago es ir a mear y veo que hasta a mi agüita amarilla la evapora, la pone a 100 grados, y derrite toda la arena. El calor hace que todo el agua del mar se evapore y la manda para arriba. Y salgo corriendo a buscar al puto taxista que está en el agua y lo veo como empieza a elevarse por los aires y que el muy capullo viaja por el cielo, de nube en nube. Él me pregunta qué tiene que hacer y yo le insto que es el momento de largarse de este sitio de mierda y le digo:” llega a tu ciudad” y cuando estés justo encima de ella, haz que llueva con fuerza.

Me voy andando a casa, y tardo casi tres horas cuando empieza a diluviar. Entonces me acuerdo del taxista que a lo mejor es parte de la lluvia que cae que moja a las calles, y, por supuesto me empapa. Y le empiezo a gritar: “¡moja a tu padre!”,pero no creo que me oiga, porque el tío sigue diluviando. Y lo veo que moja el patio del colegio, moja el ayuntamiento y todo está inundándose. Todo por culpa de mi agüita amarilla, mi agüita amarilla...

Un beso.