12 de Junio 2004


MUERTE SOBRE EL ANKH (7ª PARTE)

- Es un callejón desierto- dijo Stu, mirando alrededor, por si veía algo maligno* .
- Bueno, bueno, es el típico asesinato- dijo Bozz- un tipo abierto en canal. Al parecer es del Gremio de Ladrones... ¿crees que tiene el asesino tiene algún móvil?.
- No creo, no creo que los carros quepan por estos callejones. Creo que iba andando por aquí.
- Me refiero a que si crees que tiene un motivo para abrirle en canal- respondió Bozz.
- Ah... sí, claro. Supongo que le abrió en canal para matarlo.
Bozz se dio por vencido y empezó a buscar las revolucionarias pistas. Por lo que él sabía, el hecho de buscar pistas había hecho enfadar a lord Vetinari, ya que todo el mundo sabe que una de las maneras de contentar al pueblo era ahorcando a cualquier sospechoso** que encontraran.
Bozz había encontrado en la ropa de la víctima un carnet oficial del Gremio de Ladrones, lo que significaba, en pocas palabras, que los problemas se estaban acumulando. Si de algo es conocido el Gremio de Ladrones, es de sus influencias en el resto de Ankh- Morpork y la camaradería que tenían con el Patricio.
- Este sitio me pone los pelos de punta- dijo Stu.
- Pues podrías ir a preguntar al Gremio de Ladrones qué sabe sobre este asunto.
- No sé que es peor. El Gremio de Ladrones no es famoso por su hospitalidad a la Guardia.
- Bueno, no te quejes tanto. Yo seguiré haciendo el informe y avisaré al agente Vinny y al agente Rindrock de todo esto- dijo Bozz.
- De acuerdo- dijo Stu, que empezó a salir del callejón en dirección al edificio gremial.

Hay dos opciones, pensó, mientras observaba la escena que estaba ocurriendo en el callejón. Dos guardias que se quedan solos, sin nadie que los apoyase. Uno se queda en un callejón oscuro, donde es imposible que pueda defenderse; el otro se marchaba. No es recomendable salir de aquí hasta que no haya oscurecido.
El tejado en el que estaba agazapado era un buen escondrijo que nadie podría conseguido encontrar nunca. Y menos esa panda de estúpidos humanos que vestían con corazas bastante duras.
La ciudad en la que había sido invocado era terriblemente extraña. Era una ciudad sucia y apestosa, más que cualquier otro lugar al que hubiera visitado por los canales de invocación. Y esa suciedad era como... natural. Era como si la ciudad se ensuciara a sí misma, para mantener su dominio sobre la gente que vivía allí dentro.
Además la gente había estado tanto tiempo viviendo en esa asquerosidad que había adquirido una mente extremadamente funcional. Llevaban tanto tiempo en el barro, que lo consideraban normal.
Había visto como un hombrecillo intercambiaba cosas con otro. Parecían salchichas si no fuese por ese olor tan fuerte a descomposición. Uno de ellos había muerto después de dar un mordisco a esas salchichas, y el otro, en vez de hacer lo típico, es decir, llamar a sanadores, o intentar salvarlo él mismo, había robado al cadáver. Nunca jamás había visto nada semejante.
Incluso existían callejones donde se amontonaban de cadáveres y nadie les hacía puñetero caso. La gente pasaba intentando esquivar esos muertos, incluso los guardias parecían que no veían.
Era una ciudad extraña, pero eso no hacía más que facilitarle su trabajo. Él era el heraldo del caos, y destruiría los cimientos de la ciudad hasta que sólo quedase polvo, una vez más.
Se dejó de pensamientos inútiles y atacó.
Avanzó saltando de tejado en tejado, mirando siempre ha su víctima y sin alejarse demasiado de ella. Sería mucho más divertido la cacería con el hombrecillo que se movía, pensó.
Stu giró por una calle y después por otra. El monstruo saltó por encima de su cabeza y se colocó en los tejados del otro lado de la calle. El sol se estaba poniendo y eso hacía que no se dibujasen sombras en el suelo.
Le siguió lentamente, esperando el momento de actuar, relamiendo sus garras.
Stu se metió en otra calle bastante amplia y empezó a caminar un poquito más rápido de lo habitual. Su cara tenía el aspecto de un hombre que tiene una perspectiva de vida de cinco o seis minutos. Mientras andaba empezó a toquetear su espada oficial. Si estuviese alguien más aquí, pensó Stu, cualquier otro guardia. No me sucedería nada.
Giró por una calle, y después otra. Algo le seguía y él lo notaba. De pronto, se encontró con el cabo Nobbs que estaba patrullando cerca de una taberna.
A Stu se le iluminó la cara. Decidió hacer un pequeño sprint para llegar donde estaba Nobby, porque al parecer la oscuridad de la noche no dejaba ver nada, y el cabo aún no le había visto.
Stu llegó al lugar alumbrado por unas antorchas propiedad de la taberna y saludó a Nobby oficialmente.
- ¿Qué haces por aquí, Stu?- preguntó Nobbs.
- Voy al Gremio de Ladrones- dijo Stu, algo nervioso- ¿Te apetece acompañarme?.
- No- dijo Nobbs- tengo un trabajito aquí en esta taberna.
- Venga, Nobbs- dijo apremiante Stu- acompáñame.
Su voz era apremiante, y Nobbs se dio cuenta de ello. La verdad es que Nobby Nobbs se daba cuenta de todo, y esta voz le parecía como si alguien se estuviese pidiendo ayuda a gritos porque algo terrible estaba sucediendo detrás.
Se oyó un ruido sordo detrás de la escena, y un ruido de pasos que se acercaban. Stu se sobresaltó y desenvainó el arma.
- Maldita sea- dijo con la respiración entrecortada- ¡tu y yo podremos con él Nobby!.
Una figura se acercó a la luz. Parecía un demonio bastante grande. Debía medir dos metros, y sus garras parecía que no tenían problemas en desgarrar cosas más grandes. Tenía una larga cola, y unos colmillos bien afilados. Su boca mostraba una mueca diabólica.
- Estás detenido- dijo Stu, no muy convencido- ponga las manos en alto y... Nobby ponle las esposas.
Pasó unos segundos mientras el demonio seguí avanzando. Stu se giró y vio que Nobby ya no estaba allí. Estaba él sólo contra un demonio.
Intentó abrir la puerta de la taberna, pero estaba atrancada por dentro. Miró desesperadamente a un lado y a otro.
Cuando quiso darse cuenta el demonio se encontraba a menos de tres pasos de él.
Gritó.
Stu se sentía confundido. Estaba viendo como el demonio le estaba comiendo. Lo más raro de todo era que estaba viendo la escena desde un par de metros alejado del monstruo.
- ¿Cómo...?- empezó Stu.
ESTÁS MUERTO. NO TE MUEVAS. NO PREGUNTES. NO LLORES. HOY NO TENGO MUCHO TIEMPO, ASÍ QUE COLABORA POR FAVOR- dijo una figura detrás de él.
Siempre le había gustado ayudar a los demás, así que sin hacer preguntas se subió al corcel blanco y se fueron.
*No es necesario tener monstruos interdimensionales para tener una sensación de que alguien te vigila en Las Sombras
**Normalmente ese sospechoso era el primer hombre que los guardias se topaban y que iban vestidos de manera sospechosa.

Escrito por Jake|12 de Junio 2004 a las 01:25 PM|


Comentarios

Oeeeeeeee!! Veo que nos has hecho caso y has puesto la siguiente parte de la historia ;pp
Estás muerto. No te muevas. jajaja Me ha gustado esa forma de acabar jajaja

El Replicante es Lyzzie|12 de Junio 2004 a las 02:54 PM

acabar?? quien habla de acabar? la muerte no es el fin,Lyzzie, solo es una continuacion..

El Replicante es Jake|12 de Junio 2004 a las 03:12 PM

Me refería a la forma de acabar el post ;p

El Replicante es Lyzzie|12 de Junio 2004 a las 03:41 PM

Coño, un fanfic del Disco :-) A ver, que busque el principio...

El Replicante es Manu|13 de Junio 2004 a las 05:59 PM

Ole ole ole ! Ahora a por la 8ª!!!

Me encanta la desidia de la Muerte, parece un funcionario que hace su trabajo bajo un perenne dolor de cabeza.

El Replicante es Fuz Neviros|14 de Junio 2004 a las 08:04 PM


¡Al ataque!










¿Debo recordarte?