El principio de la historia empieza cuando una mujer decide irse a vivir a unos cuantos kilómetros de distancia de su madre por el bien de su propia hija. Sabía que quizás su hija se lo echaría en cara en algún momento de su vida, pero prefería vivir así que no completamente loca.
El problema de su decisión es que entre el pueblo donde vivían felices la mujer, la hija y el padre, y donde vivía la abuelita había que cruzar un profundo bosque.
El fin de la historia empieza un día soleado. Era el día perfecto para irse a pasear por el campo, pensó la mujer.
Se levantó para ir a la cocina para preparar el desayuno de su hija y de su marido y lo vio. El día soleado se volvió entonces lluvioso y tormentoso a sus ojos.
Hoy era el cumpleaños de su madre. Pensaba que la condenada moriría pronto. Pero no fue así. Incluso ya tenía noventa y dos años y no parecía estar dispuesta ha acabar con el sufrimiento. No con el sufrimiento propio, pensó, porque pensaba que su madre no sufría por nada, sino por el sufrimiento hacia las personas que la conocían.
Hizo un pequeño pastel de chocolate y un poco de helado de fresa y lo metió todo en una gran cesta.
Esta vez no iría ella a visitarla se dijo para sí. Su hija ya era mayorcita para hacer según que cosas.
- Caperucita- dijo tiernamente la madre.
No hubo respuesta.
-¿Caperucita?.
- Estoy harta de que todo el mundo me llame así- dijo una niña somnolienta.
- Culpa tuya por llevar siempre esa caperuza roja que te regaló la abuela hace ya tiempo.
- Es lo único que tengo de la abuela- dijo enfadada- Nunca puedo verla por tu culpa.
-¿Ah, sí?. Pues hoy podrás ir a visitarla- dijo la madre- Llévale esta cesta porque es su cumpleaños.
-¿El cumpleaños de la abuela?- preguntó Caperucita- No podría ir otro día. Hoy he quedado con un chico y...
- O hoy o nunca- dijo severamente la madre, que sabía que no le costaría convencerla.
- Vale, vale- dijo la niña.
La niña subió a vestirse y lavarse. Se puso su caperuza roja y una faldita muy corta que la convertía en las miradas de todos los hombres del pueblo. Cualquiera de los hombres hubiese hecho lo que la niña quería. Incluso si ello tenía que ver con asesinar a alguien.
Caperucita bajó las escaleras con una alegría inusitada y cogió la cesta.
- No hables con nadie- dijo la madre- porque sabes que en el bosque hay gente muy mala.
- Sí, mamá. No hablaré con desconocidos.
La niña cogió la cesta de la cocina y se marchó rápidamente mientras tarareaba una popular canción de un grupo de moda.
Caminó alegremente hasta los lindes del bosque. Allí avanzó por un pequeño sendero que lo cruzaba. Si seguía el camino, llegaría a la casa de la abuela. No tenía pérdida.
Caminó por el sendero sin darse cuenta que unos ojos la observaban taimadamente.
De pronto, Caperucita vio un enorme lago. Nunca había visto un lago tan grande, parecía mentira que pudiese existir en este bosque uno.
Pensó en darse un baño, pero recordó que seguramente habría chicos observándola y, claro, no podía regalarles un desnudo integral gratis. Así que se quitó los zapatos y los calcetines, y mojó los pies, mientras sacaba un cigarro y un mechero.
Unos pasos se oyeron detrás de ella. Caperucita se giró y observó a un enorme lobo de color gris.
- Hola, Caperucita- dijo el lobo.
- ¡Coño, un lobo que habla!- exclamó Caperucita.
- No, niñita. Sólo es tu representación general de los hombres. Ya sabes, astutos, exóticos
-¿Sucios?- dijo la niña, con malevolencia.
El lobo se acercó más y se tumbó junto a ella. Se fijó en que tenía un cigarro:
- Disculpa, ¿te importa darme un cigarro?- preguntó.
- Toma- dijo ella- Por cierto, ¿no tendrás papel, verdad?. Es para liarme un porrito de hachís y
- No, lo siento. Por mucho que me gustase, me has imaginado como lobo, así que no tengo nada de nada.
- Ojalá te hubiese imaginado como camello- gruñó ella.
-¿Qué edad tienes?- preguntó el animal.
- Catorce- respondió quedamente. Estaba pensando en su cita con el chico
que lástima que no pudiese ir
-¿y qué edad tienes tu?.
- Pues, a juzgar por tu imaginación
unos veinte. Más o menos. ¿No crees que eres muy joven para fumar?.
- Pareces mi padre
- Bueno
visto desde el punto de vista psicológico
me parezco bastante a él.
Caperucita se giró hacia él. Era un lobo. Cuatro patas, dos rabos, era sucio y con unos colmillos acostumbrados a romper huesos. No, definitivamente, no se parecía a su padre.
- Lo que tu digas- contestó.
- En serio- dijo el lobo- Según dijo Freud, las chicas eligen a los hombres que más se parecen a sus padres.
- ¿A cincuentones?- preguntó la chica- La verdad, ya están un poco cascados para mí gusto pero
- No, no.. me refiero, su forma de hablar, de moverse, su olor
ya sabes.
- Eres muy listo, lobito- dijo la niña acariciándole el morro- pero ya soy lo suficientemente mayor como para saber lo que hago.
- De acuerdo, como quieras- dijo el lobo. Descartando automáticamente el hecho un ataque, debido a que unos pulmones llenos de nicotina debía tener un gusto asqueroso.
Caperucita se levantó, se colocó los zapatos de nuevo y echó a andar por el sendero.
Al cabo de un cuarto de hora andando por el camino, jugando con las flores, y tarareando canciones pop, se encontró con que el sendero se bifurcaba.
- Maldita sea- dijo- ¿Y ahora qué camino cojo?. Toda la culpa era de su madre, claro, que la había mandado a este recado sin apenas información. Ahora podía estar montada en el corcel de aquel chico, haciendo
bueno, esas cosas.
- ¿A dónde vas, Caperucita?- dijo el lobo, detrás suyo.
- A casa de mi abuela. ¿No sabrás por donde es, verdad?.
Ahora es mi jugada maestra, pensó el lobo. Si el plan sale a las mil maravillas me comeré dos mujeres por el precio de una.
-¿ Dónde vive tu abuela?- preguntó.
- Mi madre me ha dicho que en lo más profundo del bosque
- Ah, sí, creo que sé que casa dices- dijo el lobo- Tienes que ir por este camino
y verás lo rápido que llegas.
- Gracias- dijo Caperucita, y echó andar sendero abajo.
El lobo, mientras tanto, corría por el otro sendero.
Pasó media hora, y Caperucita lo único que veía eran árboles y más árboles.
De repente, se encontró con la imagen de un leñador. Estaba solo, talando un árbol. El sudor perlaba por todo su cuerpo. Entonces puso a funcionar lo conocido como intuición femenina.
Culo
.8
Cuerpo
.7,5
Cara
.7
Era una tío ideal.
Se puso a caminar de forma cursi, moviendo las caderas de manera bastante estrambótica.
- Hola
.- dijo casi relamiendo las palabras.
- Hola- dijo el leñador, mientras se secaba la frente del sudor.
- Perdona, es que me he perdido- dijo Caperucita, con unos morritos en sus labios- ¿Podría indicarme el camino para la casa de la abuelita?.
El leñador lo vio claro. Los signos eran definitorios. Faldita, pasos exóticos, morritos, el hecho de que le acariciara el brazo todo el tiempo. Esa chica quería guerra. Y no sería demasiado caballeroso no darle lo que buscaba. Sonrió.
El lobo corrió con todas sus fuerzas por el sendero. Pese a tener casi dos horas para que la niña llegara, no podía perder el tiempo.
Al cabo de unos kilómetros, encontró la casa. Típica casa de una planta con el techo de paja. Incluso tenía unas rosas en el jardín. ¡ Qué monada de casa!. Desde su posición y gracias al olfato, pudo distinguir el aroma de una tarta de manzana. Precisamente la que más le gustaba
Toc, toc
- ¿Sí?- se oyó la voz de una anciana.
- ¡Señora, ha habido un terrible accidente!- dijo el lobo- ¡Ayúdeme, por favor!.
- ¿Un terrible accidente?¿Qué ha pasado?- dijo la anciana.
- ¡Un caballo se ha salido del estribo y ha lanzado a mi amigo por los aires y se ha dado con uno de los árboles en la cabeza!¡Se está desangrando!.
-¡Oh, Dios mío!- dijo la anciana, mientras abría la puerta.
Justo al abrir, vio la mirada terrorífica de un lobo, con una sonrisa particularmente aterradora.
Caperucita salió de la cabaña del leñador satisfecha y se encaminó en dirección a un pequeño caminito. Al parecer el jodido lobo se había equivocado de camino, lo que al final, no había sido tan malo. El leñador era un auténtico animal, era rudo, fuerte, pasional..ay, suspiró la niña. Si es que hay cosas que hay que dejar que hagan los hombres y no los niños, pensó.
Se dirigió al camino teniendo alegres pensamientos.
El leñador se levantó después de descansar un rato ante la visita de la niña de la caperuza roja. ¡Vaya guarra!, pensó. Nunca había visto nada igual, con catorce años y ya era insaciable. Ni la perra de la taberna era tan cerda como ella. ¡ Pero qué juventud!.
Se levantó y vio la cesta de la niña. Se la había olvidado.
- Mierda- exclamó.
- Bonita casa- dijo Caperucita al ver la casa de la abuela- hasta tiene un jardín de rosas
¡qué monada!.
Avanzó hasta la puerta y llamó.
No oyó nada. Volvió a llamar.
Nada.
Otra vez. De repente oyó como un jarrón se caía al suelo.
Asustada por su abuela, Caperucita entró.
Lo que vio la hizo tambalearse.
Vio al lobo metiéndole la enorme
cosa esa a la abuela por el culo. La pobre vieja estaba amordazada y lloraba desconsoladamente.
- Hola Caperucita- saludó el lobo- si que has llegado pronto.
- Maldito
monstruo- dijo Caperucita, mientras cogía un cuchillo y lo sujetaba en lo alto.
- No soy un monstruo, querida. Soy tu personificación de todos los hombres del mundo. Sólo hago lo que hacemos todos nosotros,¿no?.
El lobo sacó su miembro de la abuela y se enfrentó a la niña. Mientras avanzaba se relamía los colmillos.
- Después de una mujer madura, ¿qué mejor que acabar con un dulce y tierno culito?- sonrió.
Caperucita Roja miró a su alrededor. No había escapatoria. Tendría que enfrentarse a él. Él era mucho mayor
no tenía nada que hacer. Entonces vio por el rabillo del ojo como la abuela se había soltado y
¡escapaba por la ventana!.
- ¡Zorra!- gritó.
El lobo se giró asustado. Era su oportunidad. Le lanzó una cuchillada al animal en un costado. El lobo había reaccionado a tiempo.
- No seas mala, niñita- dijo- ¿No decías que eras mayor? Esto es el lo que hacen los mayores. Ven seguro que te gusta- hizo un gesto con el dedo.
- ¡No!. ¡Eso no es amor!- dijo, casi llorando- es una asquerosidad.
- ¿Amor?- dijo el lobo- ¿Lo que has estado haciendo con el leñador era amor?. Yo creo que no.
Ella se quedó parada. Era verdad. No era amor, pero al menos
estaba consentido por los dos.
- ¿Y tú que sabes de lo que hago yo con el leñador?- preguntó.
- Piensa que yo soy todos los hombres. Por supuesto que sé que has estado haciendo. Y sabes lo que creo, en nombre de todos los hombres, que eres una zorra. Te mereces que te sodomice.
- Soy libre de hacer lo que quiera- dijo Caperucita entre sollozos- puedo follar con quien yo quiera.
- Y yo también dijo el lobo, extrañamente sereno.
El lobo empezó a acercarse.
Caperucita gritó.
El gritó lo escuchó el leñador que se aceraba a la casa. Se encontró a la abuela.
- Por favor
ayúdela
- dijo la abuela, que casi no podía hablar ante el suceso.
El leñador se preocupó y corrió al interior de la casa. Se encontró con el lobo desgarrándole la ropa a la chiquilla, con una sonrisa terrible en su semblante.
El leñador cogió una silla y se la estrelló a la espalda del lobo. No hubo más pelea, el lobo cayó desplomado.
Caperucita temblaba en un rincón, mientras sollozaba. Él se acercó, la levantó y le dio un abrazo.
Eso la hizo sentir mejor.
El final de la historia termina con la boda de la pequeña Caperucita Roja, varios años después, con el forzudo leñador.
Se fueron a vivir a la casa de la abuela, mientras ella se mudaba con la madre de Caperucita, para desgracia de esta.
Al final todos comieron perdices y vivieron felices.
FIN.
Jajaja ... muy bueno,popo.
Me ha molado tu versión.
Me da un poco de pereza escribir +.
Creo que eres la unica que se lo ha leido. XD
El Replicante es Jake|21 de Febrero 2004 a las 08:33 PM Pues estámuy cachondo.
Leedlo imbéciles.
¡Eh, que yo tb me lo he leído! Está muy bien, Jake.
El Replicante es ilogica|24 de Febrero 2004 a las 10:35 PMchebre
El Replicante es guimo| 1 de Septiembre 2004 a las 01:00 AMque es un fabula muy bien echa y una felicitacion no vas sino un verdadero premio como buen cuento que se a echo
El Replicante es francisco| 2 de Septiembre 2004 a las 12:43 AMhola
El Replicante es francisco| 2 de Septiembre 2004 a las 12:56 AMgracias, franciso
y a ti también guimbo..
Oh. de vez en cuando está bien rebuscar entre tus archivos, güey! Es como si hubieras plasmado la vida de todas las adolescentes que leen el Nuevo Vale! Colosal! Y chachi, piruli.
El Replicante es Azid|11 de Diciembre 2004 a las 03:15 PMOtra vez Nuevo Vale?
Jop pensaba que ya habías hgusmeado entre mis archivos...
El Replicante es Jake|11 de Diciembre 2004 a las 08:19 PMjake,,, cuando me vaceé dentro del ano de tu hermanita lo hice con amor y devocion por que su ano apreta durisimo
cuando le pongo mi pene negro en su conchita ella se ponia coloradita...
asi el ano de tu hermanita de 10 años me hizo cantar opera del placer (si es q sabes q es opera)
y la sangre q le salio del !\@\%#&_-* (las heridas y las hemorroides) se las sane la lleve al medico y le cocio el !\@\%#&_-* con aguja e hilo de zapatero y alcohol alcanforado para cauterice y creo q podra sentarse...., pero solo con el inodoro abierto
creo q podría cagar normal y sin sangre dentro de un par de años....:)
pero si sigue pidiendo mi pene por telefono no me hago responsable
que penaaaa snif snif...!
Estoy en todas partes, como dios...
El Replicante es Jake|19 de Febrero 2006 a las 05:53 PMjajaaj
buuenisimo el cuentillooo
bses
El Replicante es lucia|16 de Julio 2007 a las 06:15 AMpor eso mismo
El Replicante es ni idea|19 de Octubre 2009 a las 06:40 AM