El frío no es que sea malo, es que es una putada. El frío, frío, el de esta oleada siberiana. Yo hasta la semana pasada no llevaba abrigo ni nada -aunque hay que ser sincero: tenía ganas de ponerme enfermo y pasar un par de días en casita, aunque no lo conseguí- y con esta ola de frío que ha venido ya he tenido que desempolvar mi pesado abrigo de cuero.
Toda esta semana pasada he llegado tarde al trabajo. No mucho, quizás diez o quince minutos y, cuando llegaba, estaban tomando café y no se ha notado demasiado. Pero no es culpa mía, es culpa del frío y de mis infinitos problemas para dormir.
Yo siempre suelo dormir medio en bolas, incluso había aprendido a dormir sin calcetines. Pero con el frío que hace tengo que dormir con algo más de ropa y volver a los calcetines de lana. Además, el nórdico es demasiado pequeño y me salen los pies por debajo. De hecho, no creo que sea un nórdico de invierno, porque es más bien finito, parece un nórdico de entre-tiempo. Sería más bien centroeuropeo más que del norte.
Tengo dos despertadores en la mesita de noche, el primero que me compré nada más volver a Barnacity, que un día cualquiera se me cayó al suelo y ahora apenas se oye cuando suena; el segundo que me prestaron y que es un poco cutre pero se oye demasiado bien; y por último, tengo la alarma del móvil puesta. Todo en un orden concreto: primero suena el despertador que apenas se oye, cinco minutos más tarde suena el segundo despertador y, por último, diez minutos después suena el móvil. ¿Y sabéis qué? Apago todos los despertadores y sigo en la cama, intentando dormir. A veces lo consigo y a veces simplemente quiero disfrutar del calor de la camita un rato más. No sé por qué, mi subconsciente semidormido cree que podré dormir sólo cinco minutos más, pero generalmente suele ser media hora larga.
Después toca la ducha. Me siento sucio cuando me levanto, sudado, y necesito ducharme por la mañana. Aunque me duchase por la noche, creo que al día siguiente tendría que volver a hacerlo. Me da la sensación que estoy sudado y así, además, me despejo un poco.
¡Pero es que se está tan a gusto! Desnudo en la ducha, con el agua caliente cayendo en cascada sobre tu piel, el cuarto de baño lleno de vaho,estoy en la gloria. Me enjabono, un par de veces por semana me lavo el pelo, pero sobretodo lo que estoy es disfrutando de ese momento de placer sin pensar en nada más. Como decía Kevin Spacey en American Beauty: "A partir de aquí, todo va a peor". Y no es necesario machacársela para sentirlo así.
Me cuesta mucho ser eficiente en el tema ducha. Me refiero a ducharme, enjabonarme, quitarme el jabón y salir. Me suelo tirar veinte minutos largos, a veces más, incluyendo los casi cinco minutos que me desplazo somnoliento hasta el cuarto de baño y decido quitarme la ropa para meterme en la ducha. Un día, dormido, me estuve quince minutos de pie delante del espejo de la ducha, con la camiseta, los gayumbos y calcetines, pensando "Ahora me voy a quitar la ropa..." Pero no podía. El sueño y las ganas me tiraban hacia atrás.
Normalmente soy una persona más bien vaga. Pero ahora lo soy mucho más. Sólo pensar en bajar a la calle, enfrentarme al frío congelado... me vienen todos los males. Y si a esa vaguería natural, más el frío que me hace ser doblemente vago, más mi insomnio de fábrica que me hace que me vaya a dormir todos los días a las tres de la mañana, hacen una combinación explosiva en relación al sujeto de toda la parrada: madrugar.
Un beso.
Escrito por Jake| 3 de Diciembre 2012 a las 12:07 PM|Te comprendo demasiado bien...
El Replicante es MaY| 3 de Diciembre 2012 a las 02:01 PM