31 de Enero 2012


EL INFIERNO CALVO

Dicen que el mal es el bien repetido en exceso. Eso es el infierno. Si te gustan, por ejemplo, comer pollas, el infierno sería estar comiendo pollas sin parar durante toda la eternidad. Todos los minutos de tu vida chupando pollas y tragando semen una y otra vez.

El infierno de los calvos es una peluquería de Llongueras. Tiene las paredes de color blanco, rojo y azul, como las farolas de las barberías de antaño. Al principio no se nota pero esos colores están pintados de esa manera tan salvaje para molestar a los pobres que trabajan ahí. Excluisvamente para los dependientes calvos que sufren enternamente esa combinación cromática. Sus cerebros se despegan de la realidad poco a poco. Sus ojos se salen de las órbitas. De alguna manera, en algún lugar remoto de su cabeza, un cable se rompe y la persona se vuelve loca.

Durante esa eternidad en el mundo de los calvos no parade pasar gente. Clientes con pelos largos y raíces fuertes que quieren pequeños retoques: cortarse el pelo, lavárselo, teñírselo... un poco de todo. Todos tienen pelos perfectos salidos de anuncios de Vidal-Sassoon. Y cuando se levantan de la silla de la peluquería, siempre hay un vientecillo que sopla desde no se sabe dónde y mece los cabellos de estas personas en cámara lenta, como en las películas. Luego, cuando se van, en lugar de pagar con dinero, pagan con peines o rulos.

Los cuatro o cinco calvos que están trabajando en cada peluquería del infierno no tienen tiempo a asimilarlo todo poco a poco. Siempre tienen a tres personas cada uno para cortarse el pelo o hacerse un alisado o ponerse extensiones. En cuanto uno se levanta de la silla ya hay otro para ocupar su lugar.

¡Y pobre de aquel calvo que no lo haga suficientemente bien! Si no hace lo que le piden o en el tiempo que lo piden le castigan: tiene que comerse el pelo del suelo. Todo él. Se tiene que poner a cuatro patas a tragar pelo mientras el resto de la sala le ignora. Y eso no es lo peor: ni siquiera tiene agua para pasarlo.

Veinticuatro horas al día, siete días a la semana durante toda la eternidad. Llega un momento en el que el calvo de turno se desploma. Loco, física y emocionalmente destruido, el calvo deja de luchar. Su mente le abandona y su espíritu se destruye.

Un beso.

Escrito por Jake|31 de Enero 2012 a las 10:19 AM|


Comentarios

Y a lo lejos se oye un grito de sus compañeros de fatigas come-pelos: ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

El Replicante es Allyenna| 1 de Febrero 2012 a las 01:25 AM

¡Han matado a Kenny! ¡Hijos de puta!

El Replicante es Jake| 1 de Febrero 2012 a las 09:39 AM

¿Y el infierno para los blogueros es escribir todos los días? juas juas

El Replicante es Inagotable| 2 de Febrero 2012 a las 09:21 PM

No, el infierno es tener que comentar a un blog que postea todos los días. Juas juas ¬¬

El Replicante es Jake| 3 de Febrero 2012 a las 11:39 AM

Mierda! xD

El Replicante es Inagotable| 3 de Febrero 2012 a las 01:13 PM


¡Al ataque!










¿Debo recordarte?