ARROZ BENDITO

El otro día andaba con mi madre por la calle. Volvíamos de comprar y yo iba cargado como un mulo. Como el mulo que soy, hubiese dicho ella. Debían ser las siete o siete y media de la tarde. Si sales antes de las seis a la calle corres el riesgo de morir derretido sobre el asfalto. Y eso que iba en plan veraniego: mi camisa hawaiana, que suele causar estragos (y creo que es la mejor definición posible) cuando me la ven puesta, unos pantalones cortos bastante anchotes (para que pase el aire) y unas sandalias.

A lo que iba. Volvíamos a casa y yo iba con nosecuantas bolsas. Y aparecen dos chavalas. Jóvenes y guapas. Bueno, una de ellas era guapa y la otra era un poco fea. La guapa se parecía un poco a Penny de Big Bang Theory y llevaba un vestidito corto de leopardo y se le transparentaban ligeramente su tanga negro. Iba bastante arreglada. La fea iba de blanco. Con pantalones cortos y una camiseta de tirantes.

Se paran delante nuestro y le preguntan a mi madre -en vistas de que yo iba ligeramente por detrás con tropecientas bolsas de la compra- por una dirección de una iglesia. Justo después de que mi madre le dé la dirección, aunque yo creo que les hizo dar una vuelta de espanto- una de ellas mira el reloj y le dice a la otra: "Con un poco de suerte, llegaremos a la misa de ocho".

Se despiden y se van. Y mientras alejaban moviendo el culo, mi madre estaba entusiasmada. Que si eran monísimas, que si eran educadísimas, que si eran perfectas... sobretodo, lo que le gustó de ellas, es que fueran a misa. Según mi santa madre, que todavía tiene la cabeza viviendo en el siglo pasado -aunque no sé exactamente el año- ir a misa significa ser responsables y perfectas.

Y después de eso, ¿qué creéis que pasó? Exacto: empezó a decir que mi gusto con las chicas era de malo tirando a pésimo -cosa que nunca he negado, la verdad- y que todas eran unas lagartas que querían llevarme a la Perdición. Que para ella suele estar en la misma calle que Fracaso, Infelicidad y, sobretodo, Pobreza.

¿Sabéis esas escenas de películas en las que la vieja chocha con una gorra de baño está en bata y zapatillas y empieza a darle la murga al hijo y éste, con la cabeza gacha sólo puede decir*: "Sí, mamá".? Pues un poco eso es lo que pasó en los quince minutos que teníamos de trayecto hasta casa.

En realidad intenté defenderme diciéndole que por lo que a mi respectaba, la gente que va a misa son como gente de otro planeta. Igualito que los veganos. Sé que existen, pero jamás me podré sentir identificados con esos seres. No quiero decir que no sea bueno ir a misa -o comer verde, ya que estamos-, cada cual que aguante su vela. Pero personalmente no puedo sentirme atraído por ninguno de los dos. O eso quiero creer.

Pero mi madre ya estaba haciendo sus planes. Frenó en seco y giró la cabeza para ver si veía a las dos chavalas. ¿Su intención? Invitarlas a cenar y luego boda y a parir niños. Porque en realidad, creo que lo que quiere ella es eso: nietos. Se siente que ya va siendo hora y no parece que vaya a suceder en un futuro muy cercano. El otro día mi hermana trajo su perrito a casa y mi madre le cuidó como si fuese su nieto. Daba un poco de miedo.

Si al menos le gustase la que estaba buena de las dos, quizás podría hacerme el sueco con sus paranoias católicas -como querer ir a misa todas las semanas- pero es que a ella le gustaba más la fea porque la otra iba como una zorra. Una zorra cristiana.

Lo que tengo claro, es que me tengo que ir buscando novia. O si no, un día de estos me encuentro que me la ha encontrado mi madre. Y no me va a gustar.

*Porque si dieces algo que no sea "Sí, mamá", la charlita se convierte en un ataque directo contra tu persona, mencionando el que ya no la quieres como antes. Que ella te lo ha dado todo. Y que siempre estás de juerga con los amigotes.

Un beso.