Querido diario.
Me congratula que con lo viejo que soy (pero no tan viejo como apio, que conste), todavía hayan cosas y, sobretodo, personas que me sorprendan. Normalmente es para mal, pero nadie dijo que tenía que ser una buena noticia. Saber que cualquier día de estos me puedo meter en una fabulosa aventura sin quererlo, me resulta apasionante y con ganas de seguir respirando. Al menos un poco más. Por ejemplo, lo que me sucedió el sábado.
Músiquita.
Entra cortina de flashback.
Es el sábado por la tarde. Voy al chino que hay delante de casa para comprar un par de cositas. No voy a decir qué cosas son, pero sólo diré que un poco más tarde no me dejan hacerlo.
En fin, salgo de la tienda y espero en el paso de cebra. Y al otro lado de la acera está ella. La Pepa, que son las siglas de Pelirroja (con cara de) Pirada. Como he dicho era pelirroja, con el pelo largo y rizado. Una blusa rosa y unos tejanos azules. No era demasiado guapa, pero tampoco fea. Sólo cara de pirada.
Cuando crucé me miró y me preguntó si yo me enrollaría con ella. La miré otra vez. Y le dije que sí. Como decía Jim Carrey en Como Dios "a falta de pan, buenas son galletas". Y me dice que entonces quedemos esa misma noche a las doce para "ver si podemos hacer algo".
No mentiré. Estuve toda la tarde pensando si ir o no. El mundo está lleno de gente rara. A lo mejor para asesinarme o para sacarme el hígado. No las tenía todas conmigo.
Pasaron las horas y cuando llegó el momento decidí que me acercaría a ver qué pasaba. Me acerqué y me quedé un rato mirando. No sé qué coño esperaba ver allí. Quizás como se bajaba de una furgoneta negra con gente encapuchada, pero desgraciadamente no fue así. Al cabo de un rato llegó la Pepa, y se puso a esperar calmadamente mientras se fumaba un cigarro.
Voy. No voy. Voy. No voy. Estuve diez minutos pensándomelo. Y cuando parecía que ella se iba a pirar, yo salí de mi escondrijo ninja. Le dije si quería ir a tomar una cerveza -pensé que era mejor ir a lugares concurridos hasta confiar en ella, sí soy un puto paranoico- o si quería cenar algo. Pero me dijo que teníamos que esperar a otra persona.
Ese es su compinche, pensé yo. Con el nivel de suspicacias pitándome en el cerebro. Uno le distrae y el otro te pega con una cachiporra y en un momento te dejan sin páncreas. Serán hijos de puta.
Debí poner caras o temblar o quizás ponerme la cara más pálida de lo que es por costumbre, porque me sonrió y me dijo que no pasaba nada. Creo que fue esa sonrisa lo que hizo que todavía me acojonara más. Era una sonrisa rígida, fingida. Estaba tramando algo. Seguro. Mi cerebro buscaba vías de escape. Si algo pasa, el chino estaba a unos metros de mí. Y además ahí venden cuchillos jamoneros. Aunque no sé si les dejan vender los cuchillos después de las diez de la noche, aunque me sorprendería mucho.
Y mientras yo estaba al borde del colapso cerebral. Pensando cómo salir de ese atolladero. Sudando. Hiperventilando. Y mirando con los ojos sacados de mis órbitas esa sonrisa malvada llegó la otra persona.
No recuerdo cómo se llamaba, pero era un negro de unos dos metros de altura. Con unos brazos que eran como mi tronco. Con el pelo rapado y un chalequito negro abierto, para dejar ver su vientre cuadriculado. No sé si se considerará un insulto racista, pero era como un armario ropero que olía a cuero.
Intenté poner una voz calmada y sosegada y le pregunté a la chica cuál era el plan que ella tenía en mente. Y ella me lo dijo: "Fácil. Vamos a mi apartamento a follar."
Así que era eso. La tía quería un sandwich mixto. Y nunca mejor dicho. Por un lado repsiré aliviado. No era una puta loca que quería hacer chop suey con mis intestinos. Sólo era una depravada sexual que se dedicaba a follarse a todo lo que viera por la calle. Buf. Menos mal.
Pero eso de cruzar sabes... no es lo mío. Y menos con una polla que debía ser tan larga como mi brazo. No, no. La perspectiva hizo que toda la tensión disminuyese, incluída a mi polla que estaba metiéndose para dentro y empezaba a acariciar a mi intestino grueso.
Yo le dije que ni de coña, pero parece que a ella no le importó. No me extraña. Se iba a su casa con el negro grande. Y yo me fui a la mía. A disfrutar de seguir vivo.
Un beso.
Pero menudo estrecho que estás hecho. Que el negro tuviese una polla enorme no significa que fuera para ti tontuelo.
Por otra parte, si la tía era Pelirroja Pirada, tal vez su nombre debería haber sido Pepi, no Pepa.
Un bico
El Replicante es Tuxina| 3 de Mayo 2010 a las 11:51 AMVaya, me alegro de ser el único al que le pasan cosas raras. Aunque claro, lo mío se queda corto al lado de semejante relato... 8O
El Replicante es MaY| 3 de Mayo 2010 a las 12:29 PMestaba pensando lo mismo que tuxina, pero claro, Pepa vende mas
El Replicante es Sainthropee| 3 de Mayo 2010 a las 02:00 PMY yo que creía que al final os ibais juntos el negro y tú, dejando a la pelirroja sin nada que catar.
El Replicante es Inagotable| 3 de Mayo 2010 a las 04:28 PMSoldado que huye sirve para otra guerra! u_U
El Replicante es Zim| 3 de Mayo 2010 a las 05:41 PMBrutal...oh como suelo decir cuando algo mola: Qué negro! y nunca mejor dicho. jajaja.
El Replicante es Tans| 3 de Mayo 2010 a las 06:49 PMTUXINA Y SAINTHROPEE: No es una Pepa. Es Pepe. Es decir, P.P (Pelirroja Pirada).
MAY: Las cosas raras, son raras. Da igual la magnitud.
ZIM: Pero otra batalla que se pueda ganar.
TANS: Negro no, porfaplis.
El Replicante es Jake| 3 de Mayo 2010 a las 07:29 PMesta historia es un poco increíble... en mi ciudad no pasan!
El Replicante es Zibuk| 3 de Mayo 2010 a las 11:38 PM"La Pepa, que son las siglas de Pelirroja (con cara de) Pirada."
Para que veas que pongo atención a lo que escribes.
ZIBUK: Dicen que en Bilbao se liga poco.
TUXINA: ¡Pues es la Pepe!
El Replicante es Jake| 4 de Mayo 2010 a las 05:40 AMLo de vieja duele y lo sabe.
Pues a mi la idea del negro zumbón no me desagrada, debe de ser la madurez.
Es que es usted una vieja verde.
El Replicante es Jake| 5 de Mayo 2010 a las 04:24 AM