MORE COFFEE

Nuestra amiga y vecina apio dice que ha dejado de tomar cafeína. Está, como siempre, a régimen. Yo, en cambio, llevo unos días que como no tome cafeína me muero. Os explico, brevemente, las últimas cuarenta y ocho horas de mi vida.

Tenía que entregar una cosa el lunes, así que el domingo por la mañana me levanté pronto. Desgraciadamente, el sábado, como de costumbre, dormí poquísimo, así que necesité de una taza de café para despejarme y empezar a currar.

El efecto duró casi toda la mañana, pero después de comer empezó a entrarme las ganas de sobar. Sigo manteniendo que una persona debería currar sólo hasta las tres y luego larga vida a tocarse los cojones. Así que me tomé una lata de Coca-Cola para seguir aguantando un poco más.

Llegó un momento, a cosa de las ocho de la tarde, que mi cabeza ya daba más vueltas que un guisante en un tambor, así que salí a dar una vuelta un rato. Una vuelta de tres horas, pero una vuelta. A las diez volví a casa, cené y otra lata de Coca-Cola. No podía más, pero todavía me quedaba mucho que hacer.

Y nos dieron las diez y las once, las doce, la una y las dos y las tres... y yo todavía trabajando. Mi cara estaba empezando el proceso de zombificación. Por supuesto, para durar hasta las putas cinco y media de la mañana, necesité una cafetera bien cargada.

Ya era lunes, tenía que ir a currar. Y dormí hasta... ¡las siete y media! Dos horas de sueño que se hicieron muy cortitas. Cuando llegué al curro me tuve que tomar otro café. Presenté el curro, fue aceptado, y decidieron joderme la vida con más curro. Dios, quería morir.

Al comer, me tomé otra Coca-Cola, y justo después fuimos a tomarnos el café de todas las tardes. Ese pelotazo, me ayudó a aguantar el resto de la tarde hasta cosa de las diez de la noche en la que ya estaba muerto y enterrado.

A la hora de cenar, en un puto kebab que, por cierto, me sentó fatal, me tuve que tomar la última Coca-Cola para aguantar hasta la una de la mañana en el puto curro. Salí de ahí con la sensación de que habían pisoteado mi cabeza un grupo de elefantes disfrazados de majorettes.

Eso sí, cuando llegué a casa dormí mejor que un bebé hasta el culo de sedante para rinocerontes. Y lo que me queda.

Un beso.