CONVERSUZA 2

- ¿Qué es lo que te gusta de mi?
- Estás muy buena. Y esos vaqueros ceñidos y esas botas altas no ayudan a que cambie de opinión.
- ¿Te gustan mis botas?
- De hecho, llevo un rato pensando en lo que me gustas más sólo con las botas.
- ¿Como al Coronel Custer?
- No me gustaría hacerle nada al señor Custer. Ya le dio suficientemente por culo el indio ese del pequeño gran cuerno.
- Vale, eso no lo he pillado.
- Da igual. Hablábamos de ti sólo con las botas puestas. Mira, yo me lo imagino así: Sentados en una silla. Tú encima, obviamente. Yo con gabardina y tú con botas.
- ¿Con gabardina? ¿Tienes frío?
- No, pero mi pequeño general -y sigo con referencias militares- sólo trabaja con su ropita.
- Ah, esa gabardina...
- No es por ti, pareces una chica increíblemente sana (aunque fumes y bebas como un demonio), es por mi. Desde hace unos años que me da un poco de miedo meter la cosita en agujeros no explorados. Y cuando digo, cosita me refiero a una cosa excepcionalmente grande.
- Ya, gigantesca. ¿No metes la polla pero sí la lengua?
- Míralo de esta manera: si tienen que amputarme algo, prefiero quedarme sin hablar.
- No estaría mal. Cada vez que abres la boca, la cagas.
- Soy Sagitario.
- Felicidades.
- Me refiero a que somos unos bocazas de mucho cuidado.
- Unos bocazas y unos mentirosos.
- Lo más excepcional de todo es que aun mintiéndote descaradamente no haya conseguido llevarte a la cama todavía.
- No soy una puta.
- Ey, ¿qué te hace pensar que a mi me gustan las putas?
- Esa cara de pajero.
- Es que quiero ser tu Tracy Lords.
- Eso tampoco lo he pillado.
(Y aquí iría más conversación alcohólica, pero no recuerdo nada).
- Da igual. Esto también lo pondré en mi blog, que lo sepas.

Un beso.