6 de Diciembre 2008


TRENCH DIARIES 8

Después de aumentar nuestras murallas todo lo posible, acabamos montando un pequeño pueblo al que llamamos Wallington. Una pequeña licencia que nos permitimos para mantener la moral alta. Personalmente, me hubiese gustado que la llamesen con mi apellido, pero durante la votación nadie votó por esa opción. Y es curioso, porque juraría que yo sí que lo hice.

Decidimos que si queríamos convertir nuestra trinchera en un pequeño pueblo de verdad, le faltaban un par de cosas. Una de ellas era comercio. La otra eran mujeres. Lo primero era fácil. Lo segundo era vital. Desde que aquellas mujeres se marcharan de nuestras trincheras hace ya varios meses, habíamos estado –como dice el populacho- a dos velas. La tensión se mascaba en el ambiente. Siempre quise decir eso. Así que pusimos en marcha la operación “No mojar, no trabajar”. No se nos ocurría nadie mejor, pero no había diplomados en marketing cerca en ese preciso momento. Bueno, por lo que a mi respecta, nunca hay diplomados en marketing cerca.

La idea era mandar a Alf a por las mujeres. Al fin y al cabo, era un ser superior con increíbles poderes cósmicos. Pero su aspecto verdoso y los ojos compuestos podían resultar incómodas para los asustadizos pueblerinos de los alrededores. Así que enviamos a nuestro mejor hombre en tareas de secuestro de mujeres: Roger.

Después de tres días fuera de nuestro territorio, Roger volvió con las manos vacías. Al parecer, los rumores que corrían sobre la cuarentena habían sobrepasado las murallas del Alto Secreto y se habían puesto cómodas en el ancho territorio de la Rumorología. El rumor se extendió y no sólo eso, sino que se exageró. Al parecer también decían que habían alienígenas con muchos ojos que devoraban humanos vivos. Tonterías. Sólo teníamos uno y tenía dos ojos.

Decidimos amenazar y raptar a los pueblerinos, pero éstos resultaron ser muy duros. Así que no nos quedó otra opción: matarlos a todos y quedarnos con las mujeres. Bueno, esa era la idea de los chicos. Yo, como superior al mando, siempre he sido una persona tranquila y pacífica, y he buscado siempre la alternativa pacífica. Pero los cojones se me estaban hinchando por culpa de la falta de sexo y no estaba para niñerías. Así que mandé a mis chicos a que arrasaran todo el lugar y dejaran vivas a las chavalas.

Nuestro plan fracasó. Falta de orden y de tranquilidad. Mis soldados se lanzaron como hienas hambrientas hacia los pueblerinos, pero estos les hicieron un par de emboscadas bastante desagradables. En definitiva, que volvieron con el rabo entre las piernas.

Si algún Alto Mando leyese esto, me caería una bronca de aúpa, pero no tuvimos más remedio que rendirnos y negociar las condiciones de paz. A la mesa de reunión se sentó un hombre de cuarenta años que mascaba nicotina. Estábamos de acuerdo en todo porque, entre otras cosas, no entendía nada de lo que decía. Eso aceleró las cosas.

Nos llevamos una sorpresa cuando leímos –en nuestra lengua- el tratado final. Los pueblerinos querían anexionarse con nosotros. Recibían muchos palos de otros pueblos cercanos y necesitaban alguien que les protegiese. Así que, en pocas palabras, ellos ponían el trabajo en el campo y nosotros poníamos el músculo. No estaba mal.

No nos quedamos con todas las mujeres, porque habían muchas casadas. Pero al menos habían algunas mujeres solteras viviendo allí, además de un afamado lupanal, que seguro que se enriquecería con nuestra llegada. Todos salíamos ganando.

El General –que seguía metido en las mazmorras- se escandalizó cuando se enteró. Tenía algo de razón, ya que en teoría ese pueblo era de nuestros enemigos. Pero eso se solucionó rápido: matamos al General.

Pero no piensen que nuestros problemas acabana aquí. Oh, no. Ahora eran cuando empezaban de verdad.

Un beso.

Escrito por Jake| 6 de Diciembre 2008 a las 12:04 PM|


Comentarios

jeje! Muy bueno!

El Replicante es Zim| 6 de Diciembre 2008 a las 06:34 PM

¡Gracias!

El Replicante es Jake| 6 de Diciembre 2008 a las 10:18 PM

Al General lo que le escandalizó es que no le tocase ninguna chavala jajajaja.

El Replicante es Inagotable| 7 de Diciembre 2008 a las 03:15 PM

El General prefería morir antes de ponerse un condón.

El Replicante es Jake| 7 de Diciembre 2008 a las 04:00 PM


¡Al ataque!










¿Debo recordarte?