POBRE CRISTINA

No sé por qué, pero últimamente pienso mucho en una chavala que conocí hace poco más de un año durante mi periplo marbellí. Era parisina y muy maja -aunque un poquito descerebrada para mi gusto- y a simple vista se caracterizaba por dos cosas: una 130 natural de busto -que quería reducirse cuanto antes- y una inmensa fortuna que no perdía la oportunidad de mostrarnos. De hecho, a mi me invitó a un concierto -y me pagó el billete de avión y la estancia- de The Police. Y eso que ella ya tenía churri.

La verdad es que tenía varios puntos en común con Christina Onassis: las dos adineradas, las dos se metían de todo y las dos se pasaban la vida en sitios para intentar adelgazar pero que nunca conseguían y, sobretodo, porque las dos parecían muy desdichadas.

No sé qué habrá sido de ella. Supongo que se habrá vuelto a vivir a Shangai o a Nueva York o cualquier ciudad que le apetezca. Y supongo que seguirá visitiendo ropa ultra-cara, cenando todas las noches en sitios increíbles, comprándose todo aquello que le de la puta gana, conociendo a la crème de la crème y riéndose de todos los que sufrimos la crisis mundial. Y aún así, sigue pareciendo una chica muy triste.

Durante unos segundos me pregunto si será verdad eso que dicen que el dinero no da la felicidad. Entonces, me acuerdo de gente como Flavio Briatorie o Paris Hilton y me digo "Naah". Imposible.

Un beso.