-Mamá mamá, ¿me compras una bici?-
-Pues no hijo. No te voy a comprar una bici-
-Anda mamá, porfi...-
-Bueno, te la compraré algún día, ¿vale? Cuando las ranas críen pelo y los cerdos vuelen, y no me valen los conciertos de Pink Floyd. Te la compraré cuando en Navidad dejen de poner en la tele Regreso al Futuro, Willow y la Princesa Prometida, cuando los Rolling Stones se separen y José Coronado tenga una pareja estable a la que le sea fiel. Cuando los Simpsons se acabe y Joaquín Reyes consiga ser gracioso sin necesidad de decir raruno, caldofrán o regomello. Cuando Keith Richards se muera de una vez (Dios no lo quiera, es un puto crack), cuando al sonar Hurt de NIN ningún listillo comente "¿sabías que Johnny Cash hizo una versión de esta canción?" y la Mondo Sonoro deje de ser un panfleto asqueroso orientado a gafapastas y pseudointelectualoides hostiables. Te la compraré cuando se descubra cuál es el tamaño del universo y si hay vida inteligente en otros planetas. Cuando los seres humanos desarrollemos alas con las que poder volar y los anuncios de compresas, con o sin alas, no sean la mayor mierda que te puedas echar a la cara. Te compraré tu bici cuando javier Bardem deje de ser un gilipollas prepotente y George Lucas y Bill Gates estén en números rojos. Lo que quiero decirte, hijo mío, es que te compraré tu bici cuando terminen la Sagrada Familia, Quico acabe la carrera, y en definitiva, cuando el Chinese Democracy de los Guns N´ Roses salga a la venta de una puta vez-.
-¡Gracias mamá! ¡La quiero de 21 marchas! Es que de camino al cole hay muchas cuestas-.
Exacto. Chinese Democracy ya está aquí.
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Un beso.