26 de Septiembre 2008


TRENCH DIARIES 7

El horror se ha cerrado sobre nuestro pelotón. Ayer mismo, recibí órdenes del cuartel general en los que me obligaban a poner en cuarentena a todos mis hombres.

Todo empezó cuando el enemigo –a quienes llamamos cariñosamente “Los Pacos”- nos lanzó una extraña bomba que, en lugar de explotar, expulsaba un fétido gas. Al principio todos nos reímos, porque pensábamos que sus inventos se “habían evaporado”. Sí, debo decir que siempre he sido muy ocurrente en mis misivas. Es algo natural. La respuesta de ellos fue lo que nos sorprendió. Nos pusieron en letras grandes y rojas un “Ya veremos”.

Parece ser que las investigaciones que ha llevado a cabo el cocinero/multiempleado Roger entre las horas de comida han concluido con éxito. Esa maldita bomba llevaba un agente mortal que hubiese matado a cualquiera en el acto.

Profundizando más en el tema, Coleman y Alf llegaron a una conclusión más. Parece ser que desde que nos abdujeron nuestra resistencia a este tipo de agentes ha mejorado cuantiosamente. De hecho, algunas veces he pillado a algunos soldados rasos utilizar ese tipo de gas para colocarse y echarse unas risas. Algo que no apruebo, aunque debo admitir que algunas veces lo he utilizado en noches de insomnio.

Al General no le pareció hacer mucha gracia que siguiéramos vivos. Según sus propias palabras, una guerra sin muertos ni es una guerra ni es nada, y que, por la tradición, teníamos que caer como héroes en combate. Podrían hacerme un consejo de guerra por lo que voy a escribir, pero llevo demasiado tiempo viviendo cosas extrañas como para dejar matar a todos mis hombres sólo porque es lo que toca. Por supuesto que le envié unas cartas al General explicándole – seriamente pero con educación- que su idea era de un retrasado mental y que no pensábamos suicidarnos. Él respondió que tomaría cartas en el asunto y que no me preocupara de nada. Lo que hizo, precisamente, que me preocupara el doble.

Un día, al levantarnos por la mañana temprano, comprobamos horrorizados que nos habían sitiado. Nos habían sitiado nuestro propio bando para más inri. Habían construido una muralla alrededor de nuestras trincheras y vigilaban día y noche para que no escapáramos.

El primer día, apareció el General por encima del muro, subido a una escalerilla de madera. Comenzó diciendo no se qué historias de la tradición y de los gases terribles que habíamos respirado y que no podían dejarnos marchar hasta que muriésemos. Mientras hablaba, alguien le lanzó un tomate que le impactó en toda la cara y a punto estuvo de tirarle de la escalera. Probablemente lo que diga ahora sea considerado como alta traición, pero me reí. Me reí de ese viejo chocho mandón.

La sorpresa llegó poco después. Al parecer, el equipo de Enfermedades Muy Infecciosas pensó que ese tomate podría estar contaminado y que lo seguro era meter al General en nuestra zona. Puedo imaginarme la cara que se le debió poner al pobre.

Actué como un cobarde traidor, lo sé, pero en cuanto metieron al General a nuestra zona, decidí mantenerlo en las mazmorras por miedo a que ese viejo bobalicón me quitara el mando. Y es entonces cuando al astuto Roger se le ocurrió el plan que nos llevaría a la libertad.

Empezamos a tirar fruta y verdura. Ropas. Sillas. Trozos de madera. Incluso cuerpos mutilados. A veces, cuando nos quedábamos sin cuerpos, Alf sobrevolaba la muralla y se iba a las trincheras enemigas a buscar más cuerpos y a llenar la despensa de comida.

Cada lugar donde impactaba uno de nuestros objetos, era calificado posteriormente como “zona de cuarentena”. Entonces iban unos cuantos obreros y aumentaban la zona limítrofe de nuestra muralla.

No teníamos nada mejor que hacer, así que lanzar cosas era nuestro deporte. Comíamos y los restos los lanzábamos. Igual que bolsas llenas de mierda y meado. Al final, conseguimos recuperar todo nuestro territorio y conseguimos aumentar nuestra población, porque mucha gente había tocado alguna de las cosas que habíamos tirado.

Y encima teníamos al General en la mazmorra. Algo había que hacer con él. Y rápido.

Un beso.

Escrito por Jake|26 de Septiembre 2008 a las 10:27 AM|


Comentarios

Gran relato... si no haces algo con las historias que guardas "et petarà la fel".

No desaproveches tu talento y pruébalo... algun día -se que no tienes tiempo ahora-.

El Replicante es Tans|27 de Septiembre 2008 a las 12:22 AM

Maybe baby.

El Replicante es Jake|27 de Septiembre 2008 a las 12:37 PM

Vaya guerra de mierda (por las bolsas y eso) ;.P
Un lametón de pantera.

El Replicante es panterablanca|28 de Septiembre 2008 a las 06:18 AM

Hay que hacer lo que hay que hacer.

El Replicante es Jake|29 de Septiembre 2008 a las 03:03 PM

Ya se echaban de menos estas historias ^^

El Replicante es Inagotable| 3 de Octubre 2008 a las 08:37 PM

Se hace lo que se puede.

El Replicante es Jake| 4 de Octubre 2008 a las 02:00 PM


¡Al ataque!










¿Debo recordarte?