"No sé, hay algo que me resulta incómodo de él". Es la frase que más había escuchado sobre su persona. Daba igual si se comportaba de manera seria y rígida, de forma payasa o de cualquier otra. Siempre resultaba un tipo incómodo.
Al principio le daba igual. Al fin y al cabo, ¿qué coño importaba?. Pero las cosas se complicaban cuando las chicas que le molaban también pensaban lo mismo. Normalmente, a su alrededor se creaba una gran camaradería, exceptuándole a él. Él nunca recibía invitaciones. Ni llamadas. Nunca le preguntaban si quería salir un sábado por la noche.
Harto de estar harto, un día se cerró. Dejó de ser persona para convertirse en una máquina. Trabajaba diariamente sin hablar con nadie. Llegaba a casa, se hacía la cena y veía la tele hasta que se quedaba dormido. Así hasta el fin de sus días.
Quince años más tarde de su decisión de cerrarse al mundo, le sobrevino la tragedia: alzheimer. Toda su familia estaba entristecida por la noticia. Se tuvo que mudar a casa de su hermana, porque los médicos le aconsejaron que no viviese solo.
Y mientras todos estaban tristes y compunjidos, él era feliz. Feliz porque al final, no sólo podría cerrarse al mundo, sino olvidarse de él.
Un beso.
Escrito por Jake|15 de Julio 2008 a las 11:27 AM|Otra historia digna de ser impresa!
El Replicante es Zim|15 de Julio 2008 a las 11:20 PMAl final voy a gastarme una pasta en papel.
El Replicante es Jake|16 de Julio 2008 a las 11:41 AM