3 de Mayo 2008


EL CURANDERO Y YO

Llegó el día en el que tenía que ver a un curandero en acción. Supongo que cuando nadie sabe darte una posible solución a unos problemas y la cosa se alarga y se alarga, eres capaz de confiar en cualquier cosa, a ver si suena la flauta.

Fue un gran detalle que el curandero no viniese vestido como un mago, ni llevase plumas, ni cosas raras. Sólo era un viejo cojo, sin dientes, calvo y que no paraba de rajar. El tío no se callaba nunca, el muy cabrón.

Para él, las explicaciones de todo lo que nos pasa tiene que ver con que haya fuentes de agua debajo de nosotros y de los campos magnéticos, que forman los rayos Winchester, o no sé qué cojones. La verdad es que era difícil seguirle, entre que hablaba a toda velocidad, sin dientes y de cosas sin sentido.

Lo primero que hizo fue sacar un péndulo para detectar agua. El tío estuvo dando vueltas con el péndulo y cuando éste giraba de manera extraña, es que teníamos agua debajo de nosotros. Después utilizó aquellos cacharros con los que jugábamos a detectores de metales, esos palos con dos extremidades, y empezó a buscar campos magnéticos o no se qué. Luego cogió una percha, la partió en dos, y empezó a buscar rayos Winchester. Cada vez que las perchas se cruzaban -y que yo juraría que cruzaba él mismo-, decía que había allí unos rayos dichosos y que había que salir de ahí cuanto antes si no queríamos sufrir los más terribles tumores y enfermedades.

Hasta ahí fue bastante poca cosa. Seguramente si en lugar de un pueblerino fuese un chino, y en lugar de curandero, fuese experto en "feng shui", le hubiésemos tomado más en serio. Pero este tío movía las manos y se inventaba todo.

Luego sacó un cacharro, que era como uno de los mandos del Buzz, y con el que buscaba ondas magnéticas. Y el cacharrito no paraba de pitar en cuanto estaba cerca del microondas encendido. Muy lógico por otro lado. Y nos intentó encasquetar unas pegatinas para móvil que servían para el chakra o el chi -ni el tío sabía de qué coño estaba hablando- y que así no nos provocaría cáncer.

Luego se sentó y con su mano milagrosa intentó curar los problemas que había venido a curar desde el principio. Cerró los ojos, y yo diría que se quedó dormido. Juraría que le oí roncar. Y yo no paraba de reírme de lo patético que me resultaba ese señor, y tenía que ausentarme varias veces.

En fin, que la vida sigue. Que a la persona a la que venían a ayudar no le arreglaron nada y que me partí mucho el culo de la risa. Esas son mis conclusiones.

Un beso.

Escrito por Jake| 3 de Mayo 2008 a las 06:02 AM|


Comentarios

Todo eso hacía el curandero? Fuaah!

El Replicante es Zim| 4 de Mayo 2008 a las 05:40 AM

Seguro que se guardaba un as en la manga.

El Replicante es Jake| 4 de Mayo 2008 a las 06:14 AM


¡Al ataque!










¿Debo recordarte?