POTADO POR SOPRESA

No sé por qué la gente se empeña en salir los jueves y no los clásicos viernes. Los viernes molan. Sales y luego tienes todo el sábado para resucitar. Si sales los jueves, vas como un zombi por la vida.

Este jueves salimos, claro. Era para la despedida de gente del curro. Cada semana se largan dos o tres personas, así que despedidas tenemos muchas. Salí del curro a las ocho y media y cinco minutos después ya estaba bebiendo cervezas. No cené, así que lo único que devoraba eran las tapas que nos iban poniendo. A cosa de las once o así nos habíamos largado a un sitio donde sólo ponen música disco de los ochenta. Y no había birras, así que tuve que mezclar alcohol: whiskeys con seven-up. Acabé doblado, obviamente. Y a cosa de las dos y media o tres de laq mañana volvía a casa. Mantuve una conversación con el taxista, así que era consciente de lo que hacía.

Nada más llegar a casa saqué dos cachos de carne de la nevera y los devoré. Luego a sobar. La cosa fue bien hasta las cinco y media de la mañana, en la que me levanté completamente mojado. Encendí la luz y me encontré con todo lleno de vómito. Fue algo dantesco.

Arrastré como pude mi cuerpo al baño, me quité la camiseta que estaba llena de trocitos de las tapas y la metí en la bolsa de la ropa sucia. Y me duché. De ahí se despegaron más trocitos de vómito. Parecía la escena de Pulp Fiction, pero en lugar de cerebro, era vómito asqueroso. Después de la la ducha, tuve que barrer todo el suelo que estaba reventado de mierdas de esas. Quitar las sábanas, el nórdico y todo eso. Lo metí en la lavadora y dormí sobre el colchón, que no había recibido impactos de vómito.

A la mañana siguiente y con la cabeza que me daba vueltas, y con esa sensación de resaca que te tiembla hasta la rabadilla. Y con el sol haciéndote daño 1d6 de daño por quemaduras, y el estómago completamente revuelto. Menos mal que tenía Coca-Cola, y el dulce sabor azucarado me ayudó a superar un poco la resaca.

Cuando volví a casa, el olor a vomitona concentrada no se había ido. De hecho, habían varias moscas ultra gordas que se estaba dando un festín. Fregué todo ese suelo. Le heché todo lo que tenía para que el olor se fuese y acabé exhausto, resacoso y con el estómago reventado dormitando sobre mi cama, con el arrullador sonido de la televisión de fondo.

Un beso.