TANGALGAS

Digamos que me han obligado a ir a un Envolvimiento de Algas. Yo no quería, de verdad, pero al final he tenido que ir. No quedaba otra. Dicen que es muy beneficioso para tu cuerpo porque bla,bla,bla, pero a mí lo único que me ha parecido es una guarrada.

Primero porque te ponen una especie de puré de algas ardiendo en todo el cuerpo. Bueno, más que a puré, parecía cemento de algas, y la olla en la que lo llevaba la señorita no ayudaba en cambiar de opinión.

Segundo, porque eran las once de la mañana y hacía menos de una hora que me había duchado, lavado el pelo y acicalado y me he visto completamente recubierto de esa cosa verdosa y olorosa.

Tercero, porque después de convertirme en El Hombre del Pantano, me han recubierto de plástico, luego me han puesto dos mantas encima y, por si fuera poco, una toalla. Para que las algas entraran en reacción o algo. Y han empezado a burbujear alrededor de mi cuerpo. Y la verdad es que era una sensación realmente desconcertante. Porque si bien las sales de baño burbujean en el agua -y tú eres el que lo goza con esas piedrecitas metiéndose por todas partes-, en esta ocasión las algas reaccionan contigo mismo. ¿Qué pasa si explotan?. A mi me ha dejado muy intranquilo. Incluso la tía me ha dejado un pitidito para que lo usara en caso de emergencia. Pero la cabrona como me ha convertido en un rollito plástico, no podía usar las manos ni los pies. Cabrona.

Cuarto. Yo iba con un bañador muy mono azul con rayitas que tengo desde hace mil millones de años. ¿Para qué comprarme uno si lo uso una vez al año?. Bueno, pues cuando he llagado me ha dicho que para mancharme correctamente tenía que despelotarme completamente. Pero cuando he empezado a despelotarme alegremente, me ha dicho que ¡tenía que ponerme un tanga!.

He empezado a despotricar, porque los tipos duros preferimos estar en pelotas que con esas cosas, pero la señorita se ha largado sin ni siquiera acabar de escuchar todos mis quejidos y lloriqueos. Y ahí me he quedado yo, sólo, con un tanga metido en un plástico.

Lo que tienen los tangas es que le quedan mal a todas las personas del mundo. A menos que seas Jessica Alba. Y sobretodo este extraño artefacto. Porque tenía tela por los dos lados. Yo pensaba que en un lado habría un hilillo casi minúscula que algunas personas se metían encantadoramente por el culo. Pero aquí no. ¿Cuál era el lado correcto? Ni siquiera estaba el dibujito de la talla, porque, sospecho, que era de talla única.

Cuando la hija de... señorita ha entrado, estaba intentando colocar a Carlitos en ese dimunito trozo de tela, pero por más que lo doblase y lo retorciese -con alguna que otra mueca de dolor- sempre sobresalía por algún lado. Y eso que Charly no estaba empalmado. Así que me he subido el tanga ese - que al menos era negro- y de pronto he notado como la tela del trasero se introducía rápidamente por el culo. Y casi saco los huevos por la boca. Me he desintroducido el tanga y he recolocado las piezas delanteras. Ni el señor Tetris lo hubiese conseguido mejor que yo, eso sí, era bastante desagradable.

Pero sobreviví, menos mal. Y tuve suerte de que la gente no fuese tan moderna y me pusiese este tipo de tanga ultra moderno.

Un beso.