BARCELONA NOCTURNA

Supongo que andar por Barcelona de noche es tan peligroso como cualquier otra ciudad. Depende del grado de luminosidad de la calle, de si se va o no acompañado y del barrio por el que se pase.

En ese momento bajaba del autobús nocturno y subía por la calle Pau Claris. Normalmente subía por Paseo de Gracia, porque siempre está iluminada y es más bonita de ver. Pero un día es un día dicen.

Recuerdo que justo cuando bajé. Caía un pequeño agüacero. Y me cagué en la puta y me abroché el jersey. Ya sólo me faltaba volver a resfriarme para hacer pleno.

Normalmente cuando camino solo, que es muchas veces, suelo pensar en cosas. Da igual en qué. Mi mente se evade mientras mi cuerpo se queda en acción suspendida*. Por supuesto esa noche también ocurrió así. Y esa noche estuve pensando qué relato escribir en mi flamante blog con fondo negro.

Entonces, mientras cruzaba mi mente me devolvió a la realidad. Giré la cara a un lado y a otro para cruzar tranquilamente en rojo, cuando a mi derecha vi que se acercaban un grupo de veinte o veinticinco skin-heads.

Mi actitud hacia ellos siempre ha sido de humildad y respeto, en el sentido de que no les miro, les dejo pasar, no hablo, intento no respirar a su lado, rezando para que no se den cuenta de mi existencia. Crucé la calle lo más deprisa que pude y seguí andando sin parar hasta, como mínimo, estar a tres manzanas de distancia.

De repente oí una voz ronca que me preguntaba si tenía fuego. Le dije que no sin ni siquiera mirar atrás, pero no fue suficiente. Al final se puso a mi lado y me agarró del hombro para que frenara mientras la multitud de neo-fascistas se acercaban.

- Tío, no me creo que un greñas como tú no tenga tabaco- dijo el tipo.
- Pues no. No fumo.
- No me lo creo. Anda enséñame lo que tienes en los bolsillos.

Como quien no quiere la cosa, me desabroché el jersey para qaue se viese la camiseta de Rammstein que tenía debajo. Pero no resultó.

Les enseñé los bolsillos, en los que sólo llevaba el bono metro. La cartera estaba estratégicamente metida en el bolsillo interior de la chaqueta. Eso no les gustó y empezaron a rodearme. Mala señal.

Después de un par de burlas vi por el rabillo del ojo una hostia. Y después de esa otra más. En la cara. En esos momentos puedes hacer dos cosas. La primera es atacar e intentar derribar a un par antes de que acaben contigo. Normalmente eso hace que se enfurezcan más y te golpean más veces y más fuerte. La segunda es echarse al suelo y protegerse en posición de defensa esperando que no te rompan nada con sus botas de punto de hierro.

Opté por la segunda opción. Quizás si fuesen cuatro o cinco sería diferente. Pero no veinte. Ni treinta. Así que me tumbé como un feto y me protegí la cabeza con los brazos. Cerré los ojos y aguanté.
Puede que fuesen quince minutos, o una hora, pero al final se marcharon. Me levanté e intenté moverme.. Tenía el cuerpo amorotonado y algún hueso fracturado. Fui a dar un paso y mi rodilla se dobló. Estaba hecha puré.

Si tiene un problema Barcelona es que de noche todos los taxis están ocupados. Así que tuve que subir toda la calle, muy lentamente, agarrándome a semáforos y basuras. En un momento resbalé con el aguda de la lluvia y me caí contra el suelo. Me costó varios minutos recuperarme. Tardé dos horas y media en recorrer la calle entera. Algunas personas me miraban como si viesen un fantasma, pero nadie me preguntó si necesitaba ayuda. Cabrones.

Cuando llegué al final de la calle, fui hasta un hospital que queda por ahí cerca y me tiré delante de la puerta, esperando que llegara a alguien y me recogiera. Me desmayé.

Un beso.

*Es decir, que hace la cosas funcionales vitales mientras que deja que la mente se vaya a dar un garbeo.