25 de Agosto 2004


LA MUERTE NO SABE NADAR (2ª PARTE)

Cuando se despertó se dirigió a la cocina a desayunar. Como cada mañana, encontró sobre la mesa preparados el café y las tostadas. Eran para él. Nada había cambiado. Todo seguía como el día anterior. Vacío. Se había levantado con la incertidumbre de si vería a alguien más, de si se habría curado de su soledad. Pero no era así.
La casa estaba desierta. Al igual que las calles, las tiendas, los edificios. No había nadie. Él no veía a nadie. Vivía consciente de que había más personas, o que para él las hubo, solo que había dejado de mirarlas, de escucharlas. No le importaban en absoluto.
Estuvo el resto de la mañana sentado en el sofá, pensativo. Lo que él no sabía es que estaba sentado entre sus padres, que sí seguían allí. Su madre le acariciaba el cuello, el pelo y le miraba preocupada. Observaba a su hijo, absolutamente enajenado, con la mirada perdida hacia el frente y la boca entreabierta. Él ni siquiera percibía su presencia. Prácticamente había olvidado cómo era su vida antes de encerrarse en su propio mundo. Le costaba recordar la cara de su madre, de su padre, de su hermano. No le importaba. Había dejado de importarle hacía ya mucho tiempo.
Después de comer corrió nervioso hacia las rocas. El corazón le latía de un modo ensordecedor. Ella no estaba allí. La desilusión no tardó en aparecer; él trataba de consolarse y convencerse de que vendría.
Se sentó a mirar el mar. Por una vez el baile de las olas, su forma de chocar contra la costa y desencajarse, no captaba su atención. Permaneció allí sentado toda la tarde, castigándose por haber confiado en ella, por haber deseado verla, por haberla esperado.
El sol empezó a esconderse tras las montañas, en un ocaso interminable. Con el cielo teñido de naranja y rosa, rompió a llorar. Lloraba de rabia, de vergüenza, de desesperación. Por primera vez en mucho tiempo sintió la necesidad de hablar con alguien. No quería estar solo. Sus lágrimas se congelaron en cuanto la vio. Apareció sin hacer ruido, sin anunciarse. Allí estaba ella, frente a un niño desamparado y tembloroso. Se levantó y al instante, ella le abrazó. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Estaba tan fría que se le puso la piel de gallina. De pronto, el frío se transformó en un calor insoportable.
- No temas.
Su voz era muy suave, como un susurro.
- No te esperaba...
Ella sonrió amablemente. Sabía que no era cierto.
- Soy yo la que no te esperaba.
El chico se quedó pasmado. No entendió lo que quería decir. Había algo en esa chica que le producía una sensación extraña. Notaba un nudo en el estómago, un ligero mareo, un profundo sosiego, un miedo aterrador.
- ¿Quién eres? ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Por qué...
Le interrumpió tapándole la boca con su mano, pequeña y helada. Otro escalofrío le erizó el vello de pies a cabeza. No podía razonar con claridad. Ella se adelantaba a todos sus movimientos. Le tomó de la mano y echó a correr, arrastrándole tras de sí. Ella reía sin parar. Reía y él no sabía de qué. Todo era muy confuso. Corriendo por las abruptas rocas casi a tientas, la brisa marina clavándose en el pecho, sus carcajadas retumbando en su cabeza...
Creía morir. Estaba convencido de haber expirado al arrancar a correr y dejaba que ella tirara de su cuerpo inerte. Pero sus piernas se movían; continuaba corriendo aunque él apenas era consciente de ello. Frenó en seco y ella cayó al suelo. No podía respirar, sentía que el aire no llegaba a sus pulmones. Se tiró al suelo junto a la chica, que le miraba con desdén.
- Estoy vivo, ¿verdad?... no puedo respirar... ¿qué coño te pasa?
Ella se tumbó a su lado.
- Si te haces tantas preguntas a la vez, no encontrarás la respuesta a ninguna.
Él estaba completamente desorientado. No alcanzaba a comprender lo que estaba pasando. Quería perderla de vista de inmediato. Cerró los párpados y al momento se quedó dormido.

Escrito por Jake|25 de Agosto 2004 a las 11:28 PM|


Comentarios

Ooooo! Qué misterio!! CUando parece que vas a entender algo de la historia de pronto todo cambia y aparece de nuevo la intriga. Sigue, sigue que te lo estás currando :DD

El Replicante es Lyzzie|26 de Agosto 2004 a las 12:44 AM

no tanto como tu, pequeña manfredi jurjurjur!

El Replicante es Jake|26 de Agosto 2004 a las 01:20 AM

Es la pérdida de la confianza? de la ilusión? es la muerte?

Qué es????

(lua la impaciente)

Dark kisses

El Replicante es lua|26 de Agosto 2004 a las 02:32 PM

tendrás que esperar a la siguiente parte del cuento.
en la misma bat-cadena, en el mismo bat-canal

El Replicante es Jake|26 de Agosto 2004 a las 08:00 PM

Jo q triste, no? Un besote ninio :)

El Replicante es dido|26 de Agosto 2004 a las 08:14 PM

Dios, cada vez q leo estas istorietas q nos pones, se m ace un nudo en la garganta, esta la mas estremecedora, sin duda, el cerro los ojos; el muere no?
y x cierto, ya sabs q no djare d comentarte, xq muxo q navegue por alli o por acá,
bsotes, querido Jake

El Replicante es Electra|27 de Agosto 2004 a las 09:03 PM

no te diré nada del final, pequeña electra. tendrás que leerlo tú.
espero que no me dejes, querida electra!! kiss eee

El Replicante es Jake|27 de Agosto 2004 a las 09:06 PM


¡Al ataque!










¿Debo recordarte?