MUERTE SOBRE EL ANKH (5ª PARTE)

La mañana llegó a Ankh- Morpork lentamente, sin hacer ruido. Era tan poco llamativa que la gente se enteraba que había llegado cuando ya era demasiado tarde.
El capitán Quirke, jefe de la Guardia Diurna de Ankh- Morpork, relevó a Vimes y a su tropa en la vigilancia y en la protección de la ciudad.
Zanahoria entró corriendo en Pseudopolis Yard, comisaría general de la Guardia. Entró en las oficinas, que consistía en una habitación poco ventilada, con una mesa, un par de sillas y folios para redactar informes. Allí encontró al agente interino Stu, escribiendo el informe que le estaba dictando Bozz.
- Señores- dijo- se ha cometido un asesinato en el callejón que se sitúa entre la calle del Bizcocho y la calle del Sirope* .
Los dos agentes le miraron con la típica expresión de funcionario de que no sabían muy bien qué iba todo eso.
- Tiene pinta de que sea parte de su caso, caballeros- dijo el cabo- el hombre está abierto en canal, así que puede que fuese su monstruo.
Stu y Bozz se miraron. No habían acabado de entender qué quería exactamente que hiciesen ellos, pero parecía que tendrían que trabajar más.
Zanahoria se marchó y les dejó solos. Esperaban que esto se resolviese rápidamente. Llevaban levantados casi veinticuatro horas, y ni el café extracafeinado klatchiano hacía el efecto deseado.

Vinny se acercó a la puerta y cuando tendió la mano para abrirla, sucedió lo que estaba temiendo. La puerta se abrió por arte de magia. Ese tipo de cosas es la que sucedía cuando alguien cruzaba los muros de la Universidad Invisible, el centro mágico del Mundodisco. Allí se reúnen todos los magos para seguir sus estudios de los secretos arcanos... y tener un lugar donde poder descansar después de una comida copiosa.
Caminó por el hall, donde un mago leía un libro tras un mostrador. Se acercó a él y le preguntó:
- Disculpe, señor mago, ¿podría ver al archicanciller?.
El mago asintió y después de pronunciar unas palabras desapareció tras una humareda. Al cabo de unos minutos, el mismo mago reapareció.
Le señaló con un dedo y volvió a recitar el conjuro, lo que hizo que el guarda interino Vinny se teleportara al despacho del archicanciller de la Universidad Invisible, el cabecilla de todos los magos de Mundodisco.
Imaginen que en un momento de sus vidas, alguien coge sus moléculas, las descompone poco a poco, las carga en un saco, sube cuatrocientas escaleras, descarga el saco y vuelve a montar su estructura molecular pieza a pieza, como si fuese un gran puzzle. Lo mínimo que se puede sentir por ello es un leve dolor de cabeza, y eso si a la persona que se le encarga la remodelación molecular se le da bien hacer puzzles.
Eso es precisamente lo que le molestaba al agente interino Vinny, miembro de la Guardia Nocturna, le molestaba de la magia. Le molestaba el hecho de que las cosas eran, realmente, más complicadas de hacer que de la manera tradicional, y además, añadía peligros provenientes de Dimensiones Mazmorra, luchar con balrogs, y con otros seres de lugares tan poco acogedores como Ankh-Morpork** .
Vinny apareció de pronto cara a cara con el archicanciller de la universidad mágica con una terrible sensación de mareo y una extraña premonición a que, probablemente, algo había salido mal en el teletransporte. Al lado del archicanciller se encontraba otro hombre.
- Dime muchacho- dijo Mustrum Ridcully en un tono tal que parecía que estaba hablando con una parte del mobiliario.
Si en algo se caracterizaba Ridcully era dos cosas vitales para la interrelación social: la primera, en su falta de imaginación, lo que provocaba, básciamente, que la utilización de dobles sentidos, metáforas o ironías se cruzaban en su mente como si mariposas cruzaran un campo lleno de margaritas; la otra era el hecho de que él escuchaba el problema de los demás in esentia, o lo que es lo mismo, que probablemente, sólo se interesaría por alguna cuestión si contenía la palabra destrucción, balrog y/o cacería.
- Verá tengo que informarle del asesinato del mago Benedicto, señor- dijo Vinny, cada vez más intranquilo.
- ¿Asesinato?- dijo Ridcully, arqueando una ceja. Parecía que la palabra asesinato era una de las elegidas.
- Sí, señor- dijo Vinny.
- ¿Era alguien importante para la Universidad, Runas?- preguntó el archicanciller al mago que tenía al lado.
- No, señor. Tengo entendido que no era más que un estudiante a punto de convertirse en mago- respondió el Profesor de Runas Modernas.
- Ah, comprendo- dijo Ridcully, con el tono de voz de alguien a quien ha dejado de importarle algo.
- Bueno...fue brutalmente asesinado por algo proveniente de un círculo mágico- dijo Vinny, pensando que era mejor para su supervivencia que el archicanciller estuviese interesado.
- ¿Algo así como un balrog?- dijo Ridcully, esperanzado.
- Bueno... no lo sabemos- contestó Vinny, avergonzado - Al parecer es una criatura rápida y muy peligrosa.
- ¿Quizás un demonio menor?- dijo el profesor de Runas Modernas, que al parecer compartía un macabro hobby con el archicanciller.
Vinny puedo ver como el archicanciller se daba la vuelta y empezaba a cargar una ballesta.
- Quizás, señor- respondió.
El archicanciller miró un momento al profesor de Runas Modernas, que asintió con gesto sutil, después miró al guarda y dijo:
- De acuerdo, agente. Nosotros nos encargaremos de eso. Tomaremos las medidas necesarias para localizar al asesino del... - soltó una risita ahogada- del estudiante.
- Gracias, señor- dijo Vinny.
El profesor de Runas Modernas lanzó un sortilegio y al cabo de unos momentos, volvía a estar en el hall principal de la Universidad Invisible.
Salió del lugar y se encaminó hacia Pseudopolis Yard. Tenía que avisar a los otros de que los magos se encargarían del monstruo. Lo mejor que podían (y que sabían, lógicamente) hacer era irse a un pub y beberse unas cuantas cervezas.
Mientras salía del recinto, se puso tan contento con la idea de ponerse ciego de cerveza que empezó a menear su nuevo rabo.
* Lo que demuestra el orden establecido en las calles de la ciudad. Las calles en sí estaban mal trazadas, y la mayoría terminaban abruptamente con un muro de piedra. Eso sí, cada barrio estaba perfectamente diferenciado, estaban las zonas de los pasteles y azúcares, la zona de las flores, otra para los animales, y había una muy reducido, que tenía nombres de personas importantes, en el que de momento, sólo estaba el de Havelock Vetinari.
** Porque, la verdad sea dicha, a Ankh-Morpork le encantaba que llegaran nuevos visitantes y en el momento en el que estabas más despistado (una de las cosas que los morporkianos han aprendido es a no estar despistados jamás, ni siquiera dormidos) te dabas cuenta por qué se le conocía como la Ciudad de las Mil Sorpresas. Y, normalmente, esas sorpresas no suelen ser muy buenas.