DIALÉCTICA SUMA

El cielo existe. Quizás no sea el cielo que todo el mundo cree que es. No es, por ejemplo, el lugar donde habitan ángeles bondadosos, ni es el lugar donde los muertos que han sido buenos moran durante el resto de la eternidad. Es, para que la gente corriente lo entienda, una especie de gran rancho en Texas.
- Mucha gente cree que no existo, Padre- replicó el joven- Me han olvidado y solamente se acuerdan de mí en fechas señaladas porque son días en los que no tienen que trabajar; o utilizan Mi Nombre, y El Tuyo, como ofensa contra los demás. Es inaguantable, estoy harto de que se caguen en nosotros.
- Lo sé, Hijo- replicó La Voz, meditabunda- La gente lleva mucho tiempo en el que ha perdido la fe, y ya no confía en la sabiduría que trajo la religión católica consigo. Quizás sea la hora de dar paso a Otro que intente conseguir la gloria que nosotros conseguimos hace casi ochocientos años y que ha durado hasta ahora.
- ¿Estás diciendo, Padre, que vamos a marcharnos, como hicieron Zeus o Ra, y darle paso a otra Era, mientras desaparecemos?- dijo el Hijo malhumorado.
Los dioses existen mientras alguien crea en ellos. Cuantos menos creyentes tenga un dios, más débil se vuelve. Y en el caso de este dios en particular, parece que su tiempo está a punto de llegar al final.
- Creo que la Humanidad nos ha dado la espalda- dijo el Padre- Mi intención de no inmiscuirme en los problemas humanos me ha hecho pagar un alto precio.
- ¿Por qué no les demuestras que existes realmente, Padre?- preguntó el Hijo- Así seguramente conseguiríamos más adeptos.
- Eso ya no serviría de nada. ¿Has oído hablar de un tal Nietzsche? ¿Marx?. Son personas que han dicho que lo mejor era matarme para que los humanos puedan ser realmente libres.
De repente una voz habló. Su voz era gélida.
- ¿Por qué no envías otra vez a tu Hijo a salvarles?. ¿O ha salvarte a Ti, mejor?.
- Porque mi hijo ya ha sido condenado una vez, y también ha sido salvado. No puedo hacer que se salve más veces. La Humanidad ha tomado su decisión.
- Eso no es del todo cierto. La gente adora a Satán. Eso significa que siguen creyendo, pero que Su lado es más atractivo- dijo la voz gélida y lúgubre- Aún queda alguna posibilidad.
- ¿Qué crees que debería hacer?- preguntó La Voz.
Durante unos segundos se mantuvo un silencio sepulcral. De repente, el Hijo dijo:
- He oído que el Enemigo va ha volver a intentar llegar al mundo de los vivos. Deberías enviar ha alguien para detenerle.
- ¿Otra vez? Estoy harto de que lo intente. Nunca lo consigue, aunque yo no haga nada para evitarlo. ¿Por qué no dejamos que lo consiga?. Así la gente sabría lo que es el verdadero Infierno.
- Quizás tengas razón- dijo el Espíritu- A lo mejor si Satán vuelve a la realidad terrestre, los humanos se acuerden de ti... o de nosotros.
- Puede que sea la única solución- dijo el Hijo.
- Ya les envié no- sé- cuantas plagas en Egipto, un diluvio de cuarenta días y cuarenta noches... quizás la situación no sea tan dramática como pensáis... – reflexionó La Voz.
- Pues haz un desastre natural mundial que deje al mundo al borde de la miseria, para que sepan lo que vale un peine- concluyó el Hijo.
- Creo que has visto demasiadas películas de Hollywood- dijo La Voz.
- Tu Hijo tiene razón. Deberías destruir su prosperidad- dijo el Espíritu con voz de entendido.
- Pese a la muerte y a la destrucción, siempre hay gente que prospera- dijo La Voz.
De repente una figura apareció en medio de la nada. Como eran dioses, no eran figuras humanas, eran sólo esencias diferentes. La esencia de La Voz era blanca, en cambio, la del nuevo ser era de color negro.
Pero los tres le reconocieron enseguida.
- ¿He oído que buscáis muerte y destrucción?- preguntó Satán- Pues yo soy vuestro hombre.
- Estabamos pensando que podrías ayudarnos con los humanos- dijo el Hijo- Se han vuelto muy poco creyentes y hay que darles un escarmiento.
- Estoy de acuerdo- empezó el Diablo- Sólo piensan en sí mismos.
- ¿Cuál es tu propuesta, Legión?- preguntó La Voz.
El Demonio meditó unos momentos y contestó:
- Dejad que las llamas del Inframundo ardan en la Tierra. Que todos los hombres tengan hambre, que todos los hombres carezcan de los bienes más importantes que produce La Tierra. Sólo así sabrán quién manda.
- Yo estoy de acuerdo- dijo el Hijo, que al ser el más joven era también el más alocado.
- Yo también- respondió el Espíritu.
- Está bien- suspiró La Voz- Haremos lo que nos dices... pero con algunos cambios. Por ejemplo, sólo se eliminarán los bienes contaminantes y poco beneficiosos para el planeta, y...
- ¿Y qué?- preguntó el Diablo, que ya estaba haciendo cálculos para saber a cuántas almas tendría que alojar en el hotel que llevaba por nombre Infierno.
- Les daremos alguna posibilidad.
- ¿Cómo cuál?- peguntó el Diablo.
- Como la de elegir su destino.
Los miembros de la reunión se miraron entre sí con una mezcla de miedo y confianza de que, conociendo el intelecto humano, la elección de su destino podía tardar varios eones en llegar.
Y ellos no tenían prisa.